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Calidad del aire interior: haciendo visible lo invisible

Su adecuada gestión permite identificar puntos calientes en un edificio.

La calidad del aire interior está en boca de todo el sector de la construcción, climatización y gestión de edificios. Es tema clave en congresos y publicaciones específicas. Por su parte, la bioconstrucción lleva tiempo trabajando en la promoción de la salud en el marco del diseño, construcción y mantenimiento de edificios. 

A nivel generalizado, en cambio, han hecho falta dos años de reflexión sobre la calidad de los espacios que habitamos a raíz de un virus de transmisión aérea. El camino estaba abierto, la Directiva Europea de Eficiencia Energética de Edificios ya ha asentado las bases legislativas para una transición energética y abrió las puertas hacia la salud en arquitectura como próximo eje transversal. No en vano, en 2022, se aprobó el Plan Estratégico de Salud y Medioambiente 2022-2026, con varias referencias a la Calidad del Aire (exterior) y a los Ambientes Interiores. ¿Ha sido suficiente todo lo que se ha estado haciendo en materia de eficiencia y sostenibilidad? ¿Se han aplicado medidas para una visión integral y holística de la arquitectura saludable, sostenible y eficiente? Probablemente no. Sin embargo, este artículo no es una lectura de cartilla para sacarnos los colores, sino una revisión sobre qué es importante cuando hablamos de calidad del aire interior. 

Indoor generation

El aire que respiramos en edificios condiciona nuestro desempeño, nuestro confort y nuestra salud. El modo de vida actual de una importante parte de la población, por no decir mayoritaria, reside en interiores entre el 80 y el 90% de nuestro tiempo. Somos la indoor generation y tenemos la responsabilidad de garantizar un ambiente interior sano y saludable. En el funcionamiento normal de un edificio son necesarios entre 30 y 50 m3/aire limpio por persona. Muchas veces se abren las ventanas apenas unos minutos por la mañana, más como hábito que como estrategia. A menudo nos olvidamos de la necesidad de aire limpio el resto del día.

Durante este tiempo “indoors”, la exposición por inhalación de los contaminantes del aire interior, puede dar lugar a una serie de resultados negativos para la salud y el bienestar, a corto y largo plazo, que pueden variar en gravedad. Desde síntomas menos graves como dolores de cabeza o irritación ocular o nasal, a impactos más graves que pueden incluir ataques de asma, enfermedades alérgicas o empeoramiento y detonante de enfermedades y problemas respiratorios, cardiovasculares, inmunológicos, neurológicos y hasta reproductivos.

Material de construcciónCompuesto químico
Ladrillo / tierra / arenaRadón
Elementos decorativosCOVs/VOCs (Formaldehyde, Benzene, Toluene, Xylene, Styrene), polybrominated diphenyl ethers (PBDEs)
YesoMVOCs (Microbial Volatile Organic Compounds)
Polvo interiorRadon, COVs, Tris (1,3- Dichloro-2-Propyl) Phosphate, Organophosphates, Triphenyl Phosphate, Phosphoric acid, Tris (2 chloroethyl) ester, Tributyl phosphate, triphenyl phosphate, Tris (1,3 dichloroisopropyl) phosphate, Tris (2 butoxyethyl)phosphate
Aislamiento (retardante de fuego)PBDEs, Tris (1,3-Dichloro-2-Propyl) Phosphate, Tris (2 chloroisopropyl) phosphate Organophosphates, Triphenyl Phosphate, Polychlorinated biphenyls (PCBs), Polycyclic aromatic hydrocarbons (PAHS), Polyvinyl chloride (PVC), Formaldehyde, plomo
Pinturas (incluidos barnices y selladores)COVs (Styrene, Formaldehyde), Semi-volatile organic compounds (SCOVs), plomo, Radon, Arsenico, Asbestos
PlásticosVinyl, PVC, COVs, SCOVs, phthalates, Tetrabromobisphenol A, Decabromodiphenyl ether, Hexabromocyclododecane
Piedra (incluidos azulejos y carbón)Radón
Productos de maderaCOVs (Formaldehyde, Benzene), Carbonyl compounds, Acetaldehyde
Tabla 1: Resumen de los materiales y productos de construcción más peligrosos
Fuente: Cho et Al. (2021). Modificación y Traducción de Paula Aillón-García (Arquitecta PhD) https://www.linkedin.com/in/paula-aillon-garcia-28b30313/) para el Libro “Edificios y Salud. Reinventar el hábitat pensando en la salud de las personas”.
Esquema 1.
Fuente: Cho et Al. (2021). Modificación y Traducción de Paula Aillón-García (Arquitecta PhD) https://www.linkedin.com/in/paula-aillon-garcia-28b30313/) para el Libro “Edificios y Salud. Reinventar el hábitat pensando en la salud de las personas”.

Eficiencia, materiales y renovación de aire

Desde la aprobación del primer Código Técnico de la Edificación, allá por 2006, las exigencias de calidad del aire interior están presentes, tanto a nivel residencial con la aplicación del CTE -DB HS3, como en el sector terciario con la aplicación de RITE. Tras diversas y necesarias actualizaciones. Las exigencias constructivas actuales sientan las bases en la alta eficiencia energética, en espacios con alta hermeticidad, altos niveles de aislamiento térmico y en la eficiencia de equipos y sistemas constructivos. Aunque no tanto en la calidad y naturaleza fisicoquímica de los materiales con los que construimos, especialmente la envolvente interior. Sí, esa tercera piel a la que hace referencia Hunderwasser, que es la interacción más evidente entre salud y materiales por la emisión directa de agentes contaminantes al aire interior. 

Materiales que pueden emitir compuestos químicos de diversa índole, ya sea por sustancias añadidas para su puesta en obra, como las emitidas por la propia naturaleza de los productos. Esta emanación ocurre principalmente en productos de acabado y/o equipamiento, como pinturas, barnices, lacas, adhesivos, pavimentos (los suelos vinílicos especialmente), paneles, tableros derivados de madera, mobiliario, aislamiento, o productos de higiene o limpieza. 

Pueden ser sustancias volátiles o muy volátiles, como los COVs o el formaldehído, que se desprenden de todo tipo de productos, tal y como se ha mencionado anteriormente. Pueden ser compuestos semivolátiles, poco volátiles o persistentes, que tienen poca presencia en estado gaseoso, pero que pueden afectar a la salud en forma de polvo fino en suspensión (PM – Particulate Matter). Este polvo, o partículas en suspensión, puede tener un origen químico muy diverso y con un alto impacto a nivel de salud. De hecho, las sustancias biológicamente más peligrosas serían estos compuestos orgánicos persistentes, bioacumulables, que pueden encontrarse en forma de biocidas, retardantes de llama, plastificantes, PCB (bifelinos policlorados, hidrocarburos aromáticos policíclicos (HAPs), dioxinas o furanos. De forma paralela, y tal como se explica en este dossier, también podemos encontrar contaminantes de origen natural, como el caso del radón. 

Lamentablemente la declaración completa de componentes no está implementada todavía, por lo que no siempre es posible detectar a través de ficha técnica o ficha de seguridad química todas las sustancias utilizadas desde su producción y transporte, de hecho, algunas sustancias, sobre todo en productos textiles de equipamiento o decoración, se utilizan para mejorar sus características estéticas (durabilidad, efecto planchado, etc.) en su fase de distribución comercial – como muestran la tabla 1 y el esquema 1 de los diferentes impactos en la salud de diferentes productos de la construcción. 

Bienestar térmico y calidad del aire

Podemos, sin embargo, utilizar herramientas que nos ayudan a entender el comportamiento de un edificio. Por un lado, la estrecha relación entre bienestar térmico y calidad del aire interior permite hacer una primera aproximación a la evaluación del confort. Más allá de las definiciones de la UNE-EN ISO 7730, donde el confort térmico es esa condición en la que se expresa la satisfacción con el ambiente térmico, es evidente la dificultad para trasladar esta definición a rangos específicos en ambientes interiores. La norma define los parámetros físicos más relevantes (temperatura, humedad, velocidad del aire, o grado de aislamiento de la ropa). El equilibrio térmico del organismo está en 36,7 ºC aproximadamente, y se logra a través de mecanismos de homeostasis como la vasodilatación, sudoración o temblores. 

El bienestar térmico determina nuestra respuesta fisiológica ante condiciones externas cambiantes. El contenido de humedad en el aire interior influye en los mecanismos de enfriamiento evaporativo de nuestra fisiología y condiciona la propia eficacia de nuestra respiración, como acción eliminadora de toxinas internas. El contenido de humedad del aire condiciona los propios mecanismos de homeostasis y el funcionamiento de las mucosas respiratorias y oculares. La posibilidad de proliferación de microorganismos aumenta en valores altos de humedad relativa. Y, por ejemplo, una temperatura baja y una humedad relativa baja, facilita la propagación de virus, al tiempo que aumenta la supervivencia del propio virus y se reduce nuestra respuesta inmunológica. 

El bienestar térmico no sólo es una condición fisiológica, sino que condiciona el resto de los factores del entorno. De hecho, algunos compuestos presentes en el aire interior, como es el caso del formaldehído, son hidrosolubles. Esto implica que en condiciones interiores de humedad variable, como ocurre por el propio uso de los espacios interiores (respirar, ventilar, cocinar, ducharse) la tasa de emisión de formaldehído y otros COVs al aire interior de materiales y productos, también cambia. De forma paralela, la propia radiación solar directa sobre un material o temperaturas elevadas, también condicionan esta tasa de emisión de compuestos volátiles no deseados al aire interior. 

Las instalaciones de ventilación han estado presentes en edificios industriales y de uso terciario desde antes de empezar a preocuparnos por la eficiencia energética o la promoción de espacios saludables. Son factor clave en la calidad del aire interior, ya que ventilar es la principal estrategia para la dilución de contaminantes interiores. Además, la ventilación es eficaz para la reducción de olores molestos, la regulación de la humedad del aire y, por supuesto, el suministro de oxígeno. Sin embargo, ha sido necesaria una revisión de los sistemas desde el punto de vista de la eficiencia energética, de su propia eficacia y de un adecuado mantenimiento, en instalaciones terciarias, pero también en el sector residencial. La ventilación es clave aliada de la calidad del aire interior. Y, de nuevo, su funcionamiento condiciona el propio bienestar. 

Este baile entre lo fisiológico y lo fisicoquímico es la esencia de calidad del aire interior. Cómo los diferentes parámetros ambientales condicionan nuestra respuesta fisiológica, y cómo los diferentes parámetros ambientales se condicionan entre sí.

Ambiente, del latín ambiens, ambientis “que rodea o cerca”

En una transición hacia un modo de vida resiliente, es necesario involucrar a toda la sociedad con pequeñas acciones que posibiliten el debate y la discusión, sí, pero, sobre todo, la mejora continua que garantice una transición hacia una arquitectura más sostenible y social, sin perder la escala humana. En el iceberg de la sostenibilidad y la salud, la parte visible, prioritaria, puede ser diferente para cada persona, cada profesional, cada administración, entidad, asociación o empresa, pero, desde nuestro trabajo y nuestra acción, entendemos que la calidad del aire interior es un factor clave. Su adecuada gestión permite identificar puntos calientes en un edificio en relación con su envolvente interior, sus hábitos de uso o sus condiciones de mantenimiento de sistemas de ventilación y climatización. Y, a partir de ahí, actuar. 

Démosle visibilidad a lo que no se ve, a todos estos factores de riesgo físico, químico o biológico presentes en los espacios interiores que vivimos y habitamos y que condicionan nuestra salud.  


Gráfica de un modelo matemático que reproduce la evolución de un contaminante (en este caso el formaldehído). Se parte de una concentración muy alta (6.200 µg/m³). Se considera un horario de ventilación con una ratio de renovación del aire fija (0,2 ren/h) y una emisión interior del contaminante que disminuye con el tiempo (en este ejemplo matemático se ha supuesto una reducción en forma de rampa, con un máximo inicial de 5.000 µg/h y una disminución lineal hasta 0 en 10 días). Se trata de una mezcla perfecta del contaminante durante la ventilación. Sin tener en cuenta la interacción con otros contaminantes fácilmente presentes, aunque sea a dosis bajas, o una diferencia en la ventilación modelada, se aprecia el impacto de la evolución en el tiempo y, por lo tanto, destaca la importancia de la fuente y la importancia del entorno, cómo se construye, cómo se ventila, cómo se habita.

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