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Editorial | EcoHabitar |
Año | 2019 |
Idioma | Castellano |
Encuadernación | Grapado |
Nº de páginas | 64 |
Tamaño | 21 X 29,6 cm |
Blanco y negro / Color | Color, fotografías, gráficos, ilustraciones, tablas… |
Editorial
Noticias
Forum Internacional de Construcción con Madera.
La UE crea una nueva categoría de índices de referencia financieros de bajo impacto medioambiental.
La estrategia de transición justa y el plan nacional integrado de energía y clima
Vanessa Álvarez
5º encuentro bianual GIABN, en Campo Maior (Portugal)
Carles Pérez
Salud y arquitectura: algo está cambiando
Toni Solanas
La casa de Porky Hefer construida con materiales orgánicos en Namib
Novedades
Proyecto bio
Reforma 100% bio en Barcelona
Cristina García Castelao y Jordi Roviras Miñana
El bosc d’Ali Baba
Pedro Bel Anzué y Eduard Tolos Palau
Técnica constructiva
Sistema CUT: original, relleno, sate, orgánico, adaptaciones
Rikki Nitzkin
Formación
Proyecto Learn BION, Building Impact Zero Network
Arturo Jiménez, Alejandro Buzo, Lucile Couvreur, Jorge Moya, Jesús Morán
Una escuela en la jungla
Rita Trombin
Economía
Rehabilitar los residuos, rehabitar los recursos
Franco Llobera
Vivienda y urbanismo, dos ejes básicos de la nueva economía e innovación social
Redacción EcoHabitar
Secciones fijas
EcoHabitar responde
Sonia Hdez-Montaño Bou
Desde la trinchera
Mateu Ortoneda
Ecohabitantes
Borja Izaola
Crónicas aldeanas
Alfonso Flaquer
Entidades
Instituto Español de Baubiologie
Global Ecovillage Network
Dosier
Pinturas naturales. Guía y comparativa
Redación EcoHabitar
Recetas de pinturas naturales
Agenda
Publicaciones EcoHabitar
Direcciones de empresas y profesionales
Colaboran en este número
Vanessa Álvarez, Toni Solanas, Carles Pérez, Mateu Ortoneda, Borja Izaola, Sonia Hdez-Montaño Bou, I.E.B., Cristina Castelao, Jordi Rovira, Pedro Bel, Eduard Tolos, Arturo Jiménez, Alejandro Buzo, Lucile Couvreur, Jorge Moya, Jesús Morán, Rita Trombin, Rikki Nitzkin, Franco Llobera, Francesca Whitlock, Alfonso Flaquer.
Fotos e ilustraciones
Carles Pérez, Mateu Ortoneda, Aitor Estévez, Arturo Jiménez, Asociación La Dehesa, Ecoclay, Unicmall, Alen y Calche, Embarro, Ultravioleta, Photo Courtesy of Green School Bali, Rikki Nitzkin, Tom Rijven, Francesca Whitlock, Lola García.
Editorial
Ni se sabe cuánto tiempo llevamos dando la matraca con el aspecto de la salud relacionada con la edificación y el hábitat ecológico.
Es una de las indiscutibles señas de identidad del sector de la bioconstrucción y una reivindicación primordial ante una industria irresponsable que ha primado, y prima todavía, los dividendos económicos antes que cuidar a las personas y verificar si un componente es o no dañino para la salud. El desarrollo, el progreso, la modernidad y la avaricia han prevalecido ante la precaución y el sentido común. Por fin el impacto de la vivienda y del lugar de trabajo o estudio en la salud comienza a ser considerado, y sabemos que la intervención en la nueva construcción o rehabilitación, aplicando los criterios de bioconstrucción, mejoran los resultados de salud y disminuyen los costos de atención médica.
Hay cuatro factores evidentes que inciden directamente sobre la salud de las personas y los espacios donde desarrollamos nuestras actividades.
En primer lugar, no tener un hogar estable (ámbito de la inestabilidad). Las personas sin hogar y las personas con una mala estabilidad en la vivienda tienen más probabilidades de experimentar una mala salud, traumas e inestabilidad emocional por el hecho de vivir en la calle.
En segundo lugar, las condiciones dentro del hogar (ámbito de la seguridad y calidad). Un gran número de estudios demuestran el potencial para mejorar la salud a través de la mejora de la calidad y la seguridad de la vivienda. Aquí es donde entra la necesidad de una buena calidad del aire interior, materiales inocuos, eliminación de radiaciones nocivas, etc.
En tercer lugar, las cargas financieras y no poder hacer frente a ellas, (responsabilidad). Cuando las familias gastan más del 30 por ciento de sus ingresos en vivienda, lo que se denomina “carga de costos”, inhibe la posibilidad de invertir en bienes que generan salud. “Las familias con dificultades para pagar su alquiler o hipoteca, o sus facturas de servicios públicos, tienen menos probabilidades de tener una fuente habitual de atención médica y es más probable que pospongan el tratamiento necesario que aquellas que disfrutan de una vivienda más asequible”, explica Lauren A. Taylor en el informe de Política de Salud.
Y por último, se ha descrito el impacto en la salud de los vecindarios, incluidas las características ambientales y sociales del lugar donde viven las personas (el entorno). Los investigadores han descubierto que la disponibilidad de recursos como el transporte público, las tiendas de comestibles con alimentos nutritivos y los espacios seguros para hacer ejercicio están correlacionados con mejores resultados en la salud.
Vivir cerca de carreteras de alto volumen de tráfico, por ejemplo, es un peligro para la salud y puede resultar en un aumento de las tasas de enfermedades respiratorias como el asma y la bronquitis. Un buen diseño urbanístico, con buenas aceras, carriles para bicicletas y cruces seguros reduce las lesiones de peatones y ciclistas en un 43 por ciento, especialmente entre los 5 a 19 años.
Como vemos, preocuparse por la salud del habitat y el entorno nos puede salir muy rentable.