El mes de junio del 2017 realizamos un curso de captación, almacenamiento y aprovechamiento de agua de lluvia con la técnica de ferrocemento, en el Proyecto Gaia, Boyacá-Colombia, para amortiguar los efectos del cambio climático que se están haciendo más notorios, año a año, en todas las regiones de nuestra querida, contaminada y única nave espacial: la Madre Tierra.
Introducción
Nos encontramos en Colombia, más concretamente en el departamento de Boyacá, en el valle de Saquenzipá, así llamado por los antiguos pobladores, los muiscas. Una cordillera acompaña al entorno, con una laguna de páramo (situada a 3.800 msnm), Iguaque, venerada durante siglos por ser la representación simbólica del vientre de la Madre Tierra, dar origen a la humanidad y ser lugar de pagamento [1.Ofrenda realizada por los pueblos originarios de América.] de los pueblos originarios.
Valle de Saquenzipá una forma inapropiada de habitar un territorio
El valle de Saquenzipá es un territorio elevado (una media de 2.100 msnm) y relativamente árido. La precipitación media anual no supera los 800 mm al año. Las prácticas agropecuarias que se impusieron degeneraron aún más este paisaje, sobre todo con la plantación de trigo, de manera extensiva y el ramoneo de cabras [2. Prácticas agropecuarias coloniales y degradación del suelo en el Valle de Saquenzipá, Provincia de Tunja, siglos XVI y XVII, Katherinne Giselle Mora Pacheco, 2012.]. Las consecuencias de una forma inapropiada de habitar un territorio se pueden constatar de manera superlativa con el paso de los siglos. En esta región todo esto resulta evidente.
Los efectos que se pueden detectar tras el mal uso de un territorio son pérdida de suelos, de biodiversidad, erosión, además la falta de cubierta del suelo puede afectar al microclima.
Este estado globalizado de afectación climática (Trump dice que no tiene nada que ver) tiene consecuencias desastrosas, como la sequía que sufrió esta región en el año 2016, más de 10 meses sin caer una gota de agua. Todas las quebradas (generalmente ríos pequeños) estaban secas. Mucha gente se tuvo que trasladar. Hubo que sacrificar gran cantidad de animales. La agricultura se paralizó.
Proyecto Gaia
Desde hace unos meses compartimos este espacio llamado Proyecto Gaia en el mismo valle Saquenzipá, cercano a la población de Villa de Leyva que ha destacado por ofrecer formación en bioconstrucción: en el año 2015 albergaron el encuentro Bioconstruyendo [3. Encuentro de construcción natural y tecnologías apropiadas que ha movilizado infinidad de iniciativas interesantes en Sudamérica.]. En el proyecto vive una pareja que conocemos desde hace más de una década; Silvio y su compañera Beatriz, vice-presidenta de GEN (Global Ecovillage Network). Co-fundadores de la ecoaldea “Aldea Feliz”, Cundinamarca-Colombia, en el 2005 se movieron a esta región acompañando la fundación del proyecto Gaia. Realizaron su vivienda autoconstruida con una mezcla de técnicas (techos verdes, bahareque, piedra).
Curso taller sobre acumulación de agua de lluvia
Debido a la sequía que comentábamos, vieron la necesidad de capturar agua de lluvia. Dada mi experiencia en la construcción con ferrocemento, les propuse hacer un tanque de 10.000 litros para aprovechar la superficie impermeable del techo y cubrir las necesidades en épocas de carestía. Para ello decidimos hacer una convocatoria y realizar un curso-taller con personas interesadas en esta sencilla, económica y práctica técnica de almacenamiento de agua.
Proyecto para almacenar agua de lluvia
Escogimos el lugar apropiado en la parte alta de la casa, con un suelo firme, que permitía evacuar y dirigir el excedente y el agua de limpieza a los frutales plantados más abajo.
Preparamos el sitio midiendo, nivelando y colocando una capa de piedra para después realizar una base de hormigón de 8 cm de grosor. En esta base colocamos un tubo galvanizado de 1» (2,54 cm) con su correspondiente codo y llave para facilitar la limpieza del depósito.

La estructura de malla
Tras fraguar esta placa, armamos el esqueleto del tanque; mallazo electrosoldado “ensandwichada” con malla de gallinero, luz de 1 cm, atada con alambre.

Este esqueleto permite repartir las fuerzas de presión del agua almacenada de manera uniforme, aprovechando la forma cilíndrica. Las mallas se ataron colocándolas en el suelo: primero se atan por un lado, después se voltean y se atan por el otro. Por último, se forma un cilindro del diámetro escogido (ver tabla con fórmulas). Como base hacemos una circunferencia con mallazo electrosoldado del diámetro que corresponda. Esta base se sujeta bien al cilindro formado con el sándwich de la malla y el mallazo.

En la “pared” de la malla colocamos las entradas y salidas que necesitemos. Además de la salida previamente colocada al echar la solera para limpieza del tanque colocamos una salida de 1 y ½» de tubo galvanizado de 20 cm de largo, a 20 cm del fondo (para que los limos queden abajo) como salida principal, una entrada de 2» para la entrada del agua de lluvia recogida por la canal del techo, y una salida más de 1 y ½» como rebosadero, orientada hacia los frutales.
Cubrir la malla con mortero
Esta armazón metálica se recubre con una capa de 1» de cemento “fuerte”: mezcla de 2 partes de arena por 1 de cemento estándar.
La arena utilizada es clave; tiene que ser una arena limpia de impurezas, ni muy fina ni muy gruesa. La cantidad de agua de la mezcla debe ser relativamente baja, para que la consistencia y el fraguado sean óptimos.

Un beneficio de esta técnica, entre otros, es que no necesita encofrado. Una persona se coloca dentro del tanque con una llana grande de plástico o madera, y empuja hacia fuera. Otra persona, situada en la parte externa, va colocando una capa de mezcla en el rectángulo que forma la llana. Cuando se cubre este espacio, la persona de dentro empuja y levanta hacia arriba la llana, quedando el cemento adherido a las mallas. Es importante que el atado con alambre haya sido bien realizado para que la colocación del cemento sea fluida y las llanas no se traben, propiciando la caída de la mezcla.

El proceso de aplicación del mortero
- Se comienza desde la parte baja y se va ascendiendo en espiral hasta llegar a la parte alta.
- El tanque requería estar cerrado, ya que estaba destinado para uso potable; por la razón que dejamos la parte del “techo” para cementarla días después. Lo que sí es importante realizar es la base y la pared el mismo día para un fraguado óptimo, sin uniones ni fisuras.
- Se considera concluido el tanque cuando toda la malla está cubierta, con un espesor aproximado de 1» de espesor.
- En el techo colocamos una puerta de acceso para la limpieza al tanque.
- Las paredes interiores, incluido el suelo, se pintaron con impermeabilizante para agua.
- La parte exterior fue enfoscada con otra capa para reforzar el acabado. Se puede acabar de forma creativa, con piedra, zócalo, restos de baldosas, pintar, etc.
- Es muy importante empaparlo diariamente para que el fraguado sea perfecto y no se produzcan fisuras, sobre todo si el clima es cálido y seco. Cuando este proceso concluye se llena de agua para el fraguado final.
- Entre la canal de entrada del agua y el tanque colocamos un filtro con tubos de diferentes calibres, que permite eliminar las primeras aguas de lluvia, que contienen impurezas, y facilitar la limpieza.
- En la salida del tanque se colocó una bomba manual para subir el agua del tanque a otro de 500 litros, colocado en el techo de la casa, lo que permite tener presión en todos los grifos de la vivienda.


Más info: www.konuko.org
Artículo publicado en el nº 56 de invierno 2017. Puedes adquirir un ejemplar aquí.
Excelente trabajo gracias por el aporte, aunque les quedo como la torre de piza (inclinado) y hay que darle mejor acabado para una mejor presentación para el próximo hay que ir mejorando.
Gracias Alvaro por la apreciación. Llevas razón un poco para un lado quedó el depósito. Hay que reconocer que el trabajo que hace Oscar en las zonas más apartadas de Colombia es encomiable. Estoy seguro que cuando vea tu comentario va a sonreir. Gracias amigo.