Primeramente, y de forma natural, se colocaban las piezas de madera sobre piedras para evitar su contacto con el suelo. Posteriormente, comenzaron a aplicarse aceites, sustancias aromáticas y otros productos cercanos, se tenía en cuenta la época de tala; pero sobre todo, se utilizaban maderas de buena calidad, de duramen, de árboles de especies olorosas como el cedro, ciprés, tejo, ébano, etc.
Actualmente, esto último, además de implicar un lujo, supone sobre todo una responsabilidad, a tener muy en cuenta de cara a la preservación de las especies arbóreas, tan diezmadas; por lo que la protección de la madera, tendrá más que ver con el uso de maderas certificadas, con el sistema FSC, por ser el que mejor respeta la cadena de custodia: que la tala se produzca en tiempo de otoño o invierno, el diseño, el lugar de destino, los tratamientos a aplicar, que con el tipo de madera a utilizar, propiamente dicho.La madera, es si cabe, el material más versátil y heterogéneo que la naturaleza nos ofrece.
Su origen vegetal explica sus particularidades: sus células son de naturaleza y forma diferentes, su densidad se reparte irregularmente, su comportamiento es desigual en los tres planos de corte: longitudinal, radial y tangencial -anisotropía-, tiene composición química variada, olores, tonos, granos, texturas, etc. que dan singularidades diferentes incluso en cada pieza, absorbe y expulsa humedad para adaptarse al medio, etc. Factores, que junto con el secado, hacen que la misma esté en continuo movimiento, por lo que, cualquier aplicación de productos de protección, habrá que tenerlos en cuenta.
Así, los barnices de química natural, por su composición molecular más pequeña, básicamente configurados de aceites y resinas vegetales que les proporcionan una gran elasticidad, y los pigmentos minerales, se adaptan mejor a esos movimientos, evitando roturas, y por su condición de hidrófugos, dejando entrar y salir la humedad, evitando así la destrucción de la madera por estancamiento del vapor de agua en su interior. También son aptos para juguetes y son resistentes al sudor y a la saliva, ajustándose a las normas pertinentes.
Puedes ampliar esta información, sobre barnices, en el artuculo «Tratamientos para la madera», revista nº 63 aquí.