El ecosistema de agentes participantes en las diferentes actividades de la cadena de valor, sigue creciendo a una velocidad tan grande que apenas existe tiempo para dimensionarlo de manera adecuada. Una eclosión de nuevas empresas nacidas en pleno boom del autoconsumo que, en algunos de los casos, esconden estrategias comerciales que dejan al consumidor en un lugar complicado y falto de información.
Un complejo entramado de organizaciones que persiguen, en algunos casos, abarcar de manera completa la cadena de valor del sector del autoconsumo fotovoltaico ante la oportunidad de negocio que el contexto ha abierto en nuestro país.
Pero, ¿qué sucede con los consumidores? ¿En qué lugar nos deja la opacidad en la identificación real de los agentes que están detrás de las organizaciones y servicios contratados?
Complejidad para buscar responsabilidades a la hora de resolver posibles incidencias en el funcionamiento de la instalación de autoconsumo, publicidad engañosa que acerca servicios a coste mínimo o asociada a productos de financiación complejos, instalaciones solares que requieren la contratación de comercializadoras como condición o dimensionado de autoconsumos lejanos a los usos y consumos reales de cada hogar. Una tormenta perfecta de posibles conflictos, contra los que los consumidores deben lidiar en estos momentos, en los que la apuesta por el autoconsumo ha dejado de ser residual para extenderse por toda la geografía española.
El autoconsumo no sólo ha llegado para quedarse, sino también para transformar la manera en la que consumimos la energía y de manera definitiva, el lugar que ocupa en nuestras vidas la conciencia de su uso y su valor.
En Ecooo hemos podido vivir en primera línea la enorme transformación del sector a lo largo de los años, en los que nuestros 17 años de vida trabajando de la mano de las personas, con el objetivo de impulsar un modelo energético participativo, democrático, justo, descentralizado y sostenible, nos han permitido aprender y comprender de manera directa las demandas y necesidades reales de los consumidores. Un lugar privilegiado que nuestra responsabilidad como organización perteneciente a la economía social y solidaria, ubica cualquier actividad empresarial desde la defensa, en todo momento, de la transparencia, el bien común, la justa generación y distribución de la riqueza. Un claro choque de trenes frente a los modelos de negocio y diseño de productos en torno al autoconsumo fotovoltaico que proliferan en estos momentos, atraídos por las enormes oportunidades de mercado.
Entender las relaciones empresa-consumidor desde una perspectiva transformacional, que integre la necesidad de establecer canales comunicativos que ayuden a estos últimos a ganar conocimiento y voz en el diseño del tipo de soluciones que mejor respondan a sus necesidades y expectativas, debería ser una de las reglas del juego omnipresente en cualquier intercambio.
Es en ese espacio, en el que el conocimiento adquiere especial protagonismo. La garantía de consciencia que nos asegura una justa relación con quienes debemos ir de la mano para seguir impulsando el modelo energético que buscamos: los consumidores.
Acompañar a las personas consumidoras para lograr un mayor conocimiento de sus derechos, pasa, en la mayoría de los casos, por ofrecerles el conocimiento básico necesario de las diferentes figuras y actores del sector energético. Así, por ejemplo, entender que la instalación de autoconsumo fotovoltaico no requiere de la contratación de una comercializadora o del mantenimiento de la misma, clarificar el impacto económico real que lograremos gracias al autoconsumo contratado, dimensionarlo de manera adecuada y ubicar como pieza esencial en nuestra transición energética el cambio de hábitos de consumo, nos arma del conocimiento como mejor herramienta para combatir abusos comerciales, y permite alejarnos de los grandes oligopolios energéticos que ahora encuentran en el autoconsumo nuevas oportunidades de crecimiento.
Es por ello, que conocer los apellidos reales que esconden los verdaderos propietarios de las emergentes empresas de instalación de autoconsumo, ayuda a ubicar de manera justa las relaciones entre agentes y alertar de posibles riesgos derivados de la adquisición de compromisos desconocidos.
Al final, se trata de ubicar mucho más que unas placas fotovoltaicas sobre nuestros tejados. Como consumidores, ubicamos en nuestras vidas la puerta de entrada de una nueva manera de relacionarnos con la energía. Una relación a largo plazo que nos permitirá, al menos durante los 30 años de vida útil de nuestro autoconsumo, mantener una conversación constante con quienes deben garantizar su correcto funcionamiento. Una relación que nos debe permitir crecer, aprender y participar libremente en nuestro desarrollo como autoconsumidores, hogar a hogar y tejado a tejado.