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Cohousing, covivienda, viviendas colaborativas, ¿una moda?

Antecedentes de coviviendas. Nuevas formas de habitar.
cohousing y coviviendas

En los últimos años, y especialmente en los últimos meses, a raíz de la crisis sanitaria y económica, el término cohousing y coviviendas y sus traducciones han abundado en los medios de comunicación, se han realizado charlas, congresos, publicaciones y foros. ¿Será una moda?, ¿viene para quedarse?

Para empezar, ¿qué es la covivienda? Si echamos mano de la Wikipedia nos dice: “Una covivienda es una clase de comunidad intencional, integra casas privadas complementadas y agrupadas con extensos espacios comunitarios. Una comunidad de covivienda está planeada y manejada por sus residentes propietarios o usuarios, que son grupos de personas que anhelan mayor interacción con sus vecinos…”.

Antecedendes, las viviendas colaborativas (cohousing y coviviendas)

Si bien se suelen buscar sus inicios y referentes en Uruguay, Dinamarca y países nórdicos1, déjenme reivindicar a los viejos roqueros locales. En Catalunya hay varios ejemplos realizados a principios de los 70, en los que la amplitud y diversidad funcional de las propuestas las hace merecedoras de reconocimiento. 

Manuel Ribas Piera realizó un cohousing en la localidad pirenaica de Saurí para un grupo de 7 familias jóvenes y amigas, con la característica de que el 50% de los espacios eran comunes. La planta baja acoge una amplia sala de estar con chimenea central y espacio de tertulia para los mayores y los dormitorios. La buhardilla, también comunitaria, sirve como dormitorios o sala de juegos para los más jóvenes. En Bernuí, el arquitecto Jordi Figueras realizó otro proyecto similar.

Un ejemplo en Alella

Quien suscribe realizó cohousings, en Alella i el Port de la Selva. En estos casos únicamente se comparten espacios exteriores. Recordemos las parcelas de ciudad jardín intensiva, de 400 m2 o poco más, en las que el jardín era la mínima expresión; una franja de 2 o 3 m alrededor del “Chalet”, y 5 m de separación a la calle. En Alella, mediante un plan especial, agrupamos 14 unidades en 3 pequeños bloques de planta baja y un piso (2 de 4 y 1 de 6 viviendas), con lo que se liberó un jardín comunitario de 6.000 m2.

En él se sitúan espacios de ocio y deporte: una zona de baño con piscina, una pista de tenis y un frondoso jardín de pinos. La modalidad de acceso fue la de comunidad de bienes. Algo más tarde, en una población de la costa, y en otra de los Pirineos, en terrenos con la calificación de vivienda unifamiliar, Emili Donato planteó una vivienda con 16 dormitorios de 30 m2 cada uno, una buena respuesta a unas ordenanzas limitantes, interpretación creativa de las normas.

La necesidad de nuevas formas de habitar

Sobre el tema se habla y se debate. Entre el 22 y el 27 de junio del año pasado se realizó el Congreso Cohabitar: Congreso virtual de Vivienda Colaborativa. La Fundación Hàbitat 8 Impuls está realizando el II Fórum del Hábitat, con el título de “La emergencia del Hábitat: retos y soluciones”. En la sesión de apertura participaron: Leilani Farha, activista especializada en derechos humanos, sociales y económicos, hasta el mes de mayo pasado relatora de ONU para la vivienda, Sorcha Edwards, directora general de Housing Europe, David Madden, autor del libro “En defensa de la vivienda”, y otros ponentes locales. A lo largo de 5 meses, más de un centenar de expertos del mundo de la administración, la economía solidaria, la empresa, la universidad, y profesionales diversos, han debatido sobre este problema. Los resultados se presentarán el 30 de marzo en el Palau Macaya de Barcelona.

Los cuatro debates celebrados se han enfocado a partir de cada una de las cuatro patas de la sostenibilidad, las tres clásicas: ambiental, económica y social, y una cuarta, muy necesaria en los tiempos que corren, la sostenibilidad democrática. No creo necesario extenderse para justificar tal enfoque. Estos debates se han desarrollado en pequeños grupos de trabajo, de 4 o 5 personas, que debatían a partir de las preguntas que desde la organización planteábamos.

¿Es transformadora la fórmula del cohousing?

Se hicieron varias preguntas en la mesa de trabajo en la que se trató el cohousing: ¿Es transformadora la fórmula del cohousing?, ¿estamos preparados para compartir alguna cosa más que el ascensor? Una respuesta a la primera pregunta fué que sí porque potencia el sentido de comunidad y, por lo tanto, los valores asociados de ayuda mutua, la cogestión, los cuidados, el compartir. Además protege frente al individualismo y consumismo que vivimos. 

La segunda pregunta tiene una respuesta más ambigua: depende. ¿Qué estamos dispuestos a compartir con la vecindad?, ¿la cubierta del edificio para crear un huerto?, ¿la lavadora de ropa?, ¿la habitación de los invitados?, ¿una sala de coworking?, ¿una cocina-comedor?, ¿habrá perros? Recuerdo todavía la impresión que me produjo, en los años 80, la visita a un cohousing danés en el que familias de ricos jubilados disponían de un comedor comunitario. Cada familia se responsabilizaba un día al mes de preparar la comida para los que se habían apuntado previamente. No todo el mundo está preparado para vivir de esta manera. Anacoretas abstenerse.

Valores de la comunidad 

Entrar en un cohousing no es lo mismo que ir a comprar o alquilar un piso, implica responsabilidades y compromiso al nivel que decida la propia comunidad. Las variedades son casi infinitas, y el proceso participativo en la definición del proyecto es muy importante. Hay que prever que, en este proceso de poner en común deseos y aspiraciones, necesidades y manías, surjan los conflictos; el problema no es que surjan, los conflictos son inherentes a la vida humana, lo importante es estar preparados para resolverlos. La figura del facilitador, moderador o psicólogo es fundamental para el éxito de la propuesta.

El cohousing nace fundamentalmente para resolver el problema de la soledad, como explican los miembros del primer cohousing danés, el de Saettedammen. El cohousing también debe resolver las insuficiencias del mercado, que ofrece unos modelos obsoletos, excesivamente uniformes y rígidos, ante la diversidad de unidades funcionales que los cambios de la sociedad han traído. Esta primacía de los valores de comunidad y autogestión hace que, en muchas ocasiones, la modalidad cohousing se vincule estrechamente al modo de gestión, ya sean cooperativas u otras entidades sin ánimo de lucro las que ponen en marcha o ayudan a gestionar este tipo de promociones.

Cooperativas

Las cooperativas de viviendas tienen una larga tradición. Con sus luces y sus sombras, vuelven a ser una solución necesaria para resolver otras insuficiencias del mercado: el precio y los modelos de gestión. Tampoco están exentas de conflictos y es bueno prever para evitar algunos riesgos que pueden aparecer. Existe el fenómeno de las llamadas “falsas cooperativas”, empresas mercantiles que se disfrazan de cooperativa para acogerse a exenciones fiscales, pero que siguen siendo entidades con ánimo de lucro. 

Hay que añadir el riesgo que representan las acusaciones no fundamentadas. Vivimos una época especialmente intensa en cuanto a “fake news”. Habría que reflexionar sobre la ligereza que significa dar pábulo a rumores, aquellos: “se dice…”, “se oyen voces” que pueden ocasionar prejuicio a quién es víctima, pero también al conjunto del movimiento cooperativo. La presunción de inocencia es un valor democrático, necesario e imprescindible para el crecimiento que deseamos de este modelo.


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La diversidad en los modelos de cohousing y coviviendas

También sería perjudicial considerar que hay un único modelo válido, una especie de monoteísmo cooperativo. La historia nos muestra que las religiones monoteístas y los pensamientos únicos acostumbran a dejar tras de sí un campo sembrado de damnificados. La variedad está en los genes de la vida y debería estarlo en las formas de acceso a la vivienda.

Hay mucha bibliografía al respecto (ver abajo). Por ejemplo, la Cátedra UNESCO de la Universidad Rovira I Virgili ha realizado y publicado estudios y libros sobre casos de propiedad temporal o compartida, los que aplica Cohousing Barcelona de propiedad limitada, o las CLT (Community Land Trust) que se aplican en el mundo anglosajón.

En este sistema, la gestión del edificio la lleva una entidad sin ánimo de lucro en la que figuran, a partes iguales, la Administración pública, entidades vecinales y residentes. Al unir Cohousing y Cooperativa, el deseo de salir del propio edificio y vincularse al barrio es una necesidad que surge de manera fluida.

Además de los procesos participativos, es importante tener en cuenta que los grupos que promueven su propia vivienda a menudo no tienen suficientes conocimientos financieros, jurídicos, fiscales, arquitectónicos, de búsqueda de financiación y de terreno. Para suplir la figura del promotor deben contar con el asesoramiento de equipos de trabajo en estas áreas2

Notas

*Toni Solanas es arquitecto, Perito Mercantil; cuenta con estudios en filosofía y música. Interesado en aproximar la arquitectura a la sostenibilidad y a la salud, [el arquitecto] ha trabajado en diversos ámbitos, como la docencia, la publicación de 4 libros y la realización de obras como la “Fábrica del Sol”. Así mismo es cofundador de entidades como AuS (Arquitectura y Sostenibilidad) y el Grup de Treball Salut i Arquitectura, del Colegi d’Arquitectes de Catalunya y de la Asociación BaM (Bioarquitectura Mediterrànea).

1.- Irati Mogollón y Ana Fernández: “Arquitecturas del cuidado. Hacia un envejecimiento activista” Editorial Icaria, colección Bioarquitectura. Barcelona. 2019.
2.- “Habitar en comunidad. La vivienda cooperativa en cesión de uso”. La Col y La Ciutat Invisible. Ed. Catarata. 2018. “Construir en colectivo”. La Col Pol·len edicions. 2018.

Bibliografía
https://revistas.ucm.es/index.php/REVE/article/view/69165/4564456553406
https://www.cnjc.cat/documents/guia_habitatge_impremta.pdf


Artículo aparecido en el nº 69 de la revista EcoHabitar en primavera de 2021. Puedes conseguir un ejemplar en papel aquí.


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