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Dólmenes y Luz

Hasta hace poco los dólmenes se consideraban como lugares de enterramiento y poco más; la orientación determinante para su estudio era el eje de su cámara y corredor.

Mi interacción con los megalitos y dólmenes desde la sensibilidad, y el compartir estas experiencias con cientos de personas, me ha llevado a conclusiones que me permiten interactuar con estos espacios de manera armónica y eficaz, extrapolando luego estos conceptos a la hora de concebir y desarrollar espacios para generar consciencia y bienestar.

Considero que hay que redefinir qué somos y dónde estamos para que nuestra relación con el entorno y con nosotros mismos sea consciente y sobre todo, verdadera.

Consciencia y existencia

Tal como decía el antropólogo y escritor Carlos Castaneda, la consciencia es una vibración que aglutina a un ser y le permite manifestarse como tal. Un ser es todo aquello que existe, una planta, un mineral, una persona, un lugar.

De consciencia a consciencia todos somos iguales, aunque cada uno tenga su grado de evolución. De consciencia a consciencia todos podemos interactuar, establecer vínculos armónicos y benéficos para ambas partes; y ese es el ideal.

Alto de la Huesera.

Conexiones

Desde el punto de vista energético, podemos decir que somos lo que somos debido a las conexiones que establecemos con nuestro entorno (familia, amigos, trabajo, estudios) y con los lugares donde desarrollamos nuestras experiencias. Esta visión concuerda con el pensamiento de Ortega y Gasset: «Yo soy yo y mis circunstancias»; dicho de otra forma: «Yo soy yo y mis conexiones». Rebeca Wild nos dice: «Toda vida en la Tierra se manifiesta fundamentalmente como una interacción entre un organismo vivo y su entorno»1.

Ello nos lleva a plantearnos qué es verdaderamente un megalito y qué tipo de conexiones genera.

Dolmen de la Cabana Arqueta, en Espolla, Girona. Foto del autor.

Templos abiertos versus templos cerrados

Templo abierto es aquel que expande la energía que lo atraviesa, dinamizando el entorno. Beneficiando con su energía, aportando claridad y bienestar, aunque este entorno no forme parte del grupo que lo creó, ni comparta sus ideas o sentimientos y aunque esté físicamente alejado del megalito.

Sigue la dinámica de la Madre Tierra: nutre a todos los seres que en ella habitan, sin distinción.

Podemos decir, sin miedo a equivocarnos, que el principio que rige en ellos es: “estoy bien, si todos están bien”, algo muy próximo a la teoría del bien común.

Como ejemplo, en Agullana (Girona) hay un menhir, “la Pedra del Frare”, que puede «sentirse» a más de 1,5 km de distancia. 

Llamo templo cerrado a aquel que genera sensaciones circunscritas en el interior de un edificio, por grande que sea. Un edificio tiene un aforo físico determinado y más allá de esa capacidad no ofrece los beneficios que genera. La filosofía que lo sustenta se resume en la frase “estoy bien, si estoy mejor que los demás”.

Creo que la aparición de los templos cerrados fue el inicio del declive de nuestra especie, lo que nos separó de la unidad, dándonos una sensación de falso poder. En una relación, si una parte se nutre más que la otra o lo hace a costa de la otra, se genera un desequilibrio que tarde o temprano hará colapsar la relación. Esto lo podemos apreciar en la dinámica de nuestra sociedad actual.

Ventana de Luz en el dolmen de la Cabana, el día 21 de junio 2014, solsticio de verano. Foto del autor.

El bien común

Tal como acabo de explicar sobre los templos abiertos, el influjo de los dólmenes abarca una extensa zona de su entorno y más allá. Al igual que hacían los egipcios con los templos situados en la isla Elefantina o en Philae (Egipto), dinamizando el agua tornándola sagrada permitiendo que toda su cuenca se beneficiara de ese influjo, los megalitos de las cordilleras del norte peninsular dinamizan las cuencas de los ríos del norte, incluida la gran cuenca del río Ebro.

Otro claro ejemplo de cómo los megalitos sacralizan una gran cuenca lo tenemos al noroeste de Guadix con los dólmenes de las localidades de Gorafe, Pedro Martínez y de Fonelas, que dinamizan las aguas del río Gor y las ramblas que desembocan en el río Fardes, llegando finalmente al Guadalquivir a través del río Guadiana Menor que, al desembocar al mar crea un potente delta que da origen al Parque de Doñana.

De la misma forma los dólmenes del norte peninsular armonizan a nivel sísmico las placas de la península y del sur de Europa, evitando temblores o minimizando su intensidad.

Inteligencia

Para entender la importancia del bien común, quiero comentar sobre el concepto inteligencia.

Es la capacidad que permite a un individuo o a un sistema perdurar en el tiempo con una buena calidad de vida. 

Esta pervivencia y calidad de vida están relacionadas directamente con la calidad, armonía y equilibrio de los vínculos que mantenemos. 

Si las relaciones son desequilibradas o no armónicas, aunque a corto plazo nos reporten mayor provecho, a medio o largo plazo el sistema se colapsa y provoca el fin del individuo o del sistema que sostiene ese vínculo patológico con el entorno.

Cuidar el entorno, y cuanto más amplio sea este cuidado mucho mejor, es la opción más adecuada para vivir de manera armónica.


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Nuestros ancestros desarrollaron una gran maestría en el bienestar. Esa maestría radica, además de lo explicado, en la conexión de sus espacios sagrados con la Luz, bien sea del Sol, la Luna o de las estrellas.

Los pueblos antiguos y las corrientes neoplatónicas como depositarios de este saber, consideraban que la Luz era el elemento más sagrado de nuestro mundo, de ahí su esfuerzo para estabilizarla y hacerla accesible durante todo el año a cualquiera que supiera interpretar los espacios sagrados. Es lo que Gurdjieff llamó “Legominismo” esto es: leer el conocimiento que los antepasados dejaron inscrito en sus construcciones.

Los dólmenes cajas de Luz

A fuerza de rondar los megalitos y observar su “incorrecta orientación”, tal como me comentaba un paisano, sentí que había algo que pasaba por alto.

Visitando uno de mis dólmenes más queridos, el de la Cabana, observé que había una línea de rocas semienterradas cuya proyección atravesaba el dolmen señalando en el lado este una “ventana”, el espacio entre dos lajas, llegando hasta otra ventana en la esquina noroeste de la cámara. Percibí que una falla coincidía con ese recorrido, algo que los maestros de obra utilizan para informar a la tierra con la fuerza de la Luz de un momento determinado.

Tomé mi brújula y comprobé que la orientación de este eje se aproximaba por un lado al orto del solsticio de invierno, y por el otro lado al ocaso del solsticio de verano. Pero como todo hay que comprobarlo, el día 21 de junio de 2014 visité el dolmen al atardecer con un grupo de personas y pudimos comprobar que, si nos situábamos sobre la diagonal de la roca, veíamos ponerse el sol “dentro” del dolmen a través de sus ventanas, un espectáculo único que nos llenó de emoción.

Estas ventanas permiten una visión completa del entorno, generalmente se orientan a efemérides destacadas (solsticios, equinoccios, orto u ocaso de estrellas), así como a algún azimut orográfico significativo.

La cámara del dolmen suele tener una “ventana maestra” desde donde se definen la geometría y las orientaciones de todo el megalito. Este “punto maestro” fue retomado milenios más tarde por los constructores góticos para realizar sus templos.

Apoyadas en esta ventana, las otras ventanas nos ofrecen la visión de solsticios, equinoccios, eje norte/sur…, es decir, vinculan el entorno con momentos mágicos que resumen el espíritu de la vida, estabilizándolo y haciéndolo accesible durante todo el año.

Cajas de Luz

Los dólmenes son verdaderamente “Cajas de Luz”. Este conocimiento se ha transmitido durante milenios hasta llegar a los maestros de obra del gótico. Cualquiera que visite la catedral de León, u otra del mismo estilo, podrá comprobar a qué me refiero.

Para sus constructores primaba el ángulo, el ángel o espíritu (ángulo y ángel tienen la misma raíz etimológica), más que las medidas. Lo vemos también en las obras góticas, lo que da sentido al templo vuelve a ser el ángulo que permite aunar las orientaciones, las advocaciones, la temática de las estatuas y de los vitrales.

Estos lugares donde el espíritu (el ángulo) está tan presente los consideramos, mejor dicho los sentimos, como espacios sagrados.

Observaron que en función del ángulo de incidencia del sol había una flora y una fauna específicas, esto permitía unas costumbres determinadas: si estabas en sintonía con ese ángulo estabas en armonía con la vida, todo era más fácil, y también alcanzar la abundancia, me explico: si siembras y cosechas o desplazas el ganado en el momento oportuno los resultados son mucho mejores y con un menor esfuerzo.

La cámara de los dólmenes que he estudiado, unos 40, suele tener una orientación meridional con su lado este plano y el oeste trazando un arco. 

Creo que esta disposición muestra algo de su cosmogonía; sus constructores consideraban el este como el lugar de la Tierra, mientras que el oeste representaba la bóveda celeste.

La Ventana Maestra

Por lo general, el punto de observación, “la ventana maestra”, se sitúa en el este y las ventanas del oeste muestran los ocasos de solsticios y equinoccios, la laja de unión del corredor con la cámara en el lado oeste muestra el eje norte/sur, visto siempre desde esta ventana mágica.

Este tipo de estructura y de orientaciones se repite en los dólmenes de las estribaciones orientales del Pirineo y de la Cornisa Cantábrica, por lo que podemos considerar que si bien no eran los mismos constructores, tenían el mismo cuerpo de conocimiento, lo que nos hace sospechar que los megalitos de las sierras del norte peninsular fueron concebidos con un mismo propósito creando una de las primeras rutas sagradas del mundo, lo que nos lleva a trasladar el origen del Camino de Santiago de Compostela unos cuatro o cinco mil años atrás.

Investigar los dólmenes desde sus ventanas nos ofrece unas posibilidades y una profundidad inédita hasta ahora en su comprensión, incluso a la hora de pensar nuestros espacios podemos generarlos teniendo presente la Luz ya que, tal como nuestros ancestros nos mostraron, Luz es Consciencia.

Así en la Tierra como en el Cielo

Mientras Charpentier apunta los topónimos con nombre de estrella, es solamente una idea. A partir de que los dólmenes de la sierra de Cantabria se vinculan con la constelación de Casiopea, poniendo nombre específico a esas estrellas, situándolas con precisión en un mapa, es un hecho.

Así ha sido hasta ahora, porque he reconocido en los dólmenes de la Sierra de Cantabria, en la Rioja Alavesa, el mapa de una de las constelaciones circumpolares más representativas de nuestro firmamento: la constelación de Casiopea.

La mayoría de los dólmenes de la sierra únicamente indican los ángulos solsticiales y los ejes norte/sur y este/oeste. Estos ejes sacros hacen que los dólmenes distorsionen algo la representación de la constelación, sin embargo hay dos megalitos que están “fuera” de estas líneas sagradas, y son los que permiten ubicar la posición exacta de las estrellas en la tierra.

El descubrimiento

Después de visitar varias veces los dólmenes, una noche me quedé junto a la Chabola de la Hechicera. Estalló una tormenta y todo se movía. A las cinco de la mañana me fue imposible seguir durmiendo y comencé a estudiar las relaciones entre dólmenes. Vi con sorpresa que indicaban los ejes sagrados de solsticios, pero quedaban cuatro dólmenes aislados.

Luego me fijé que dos de ellos marcaban los ejes norte/sur y este/oeste, pero aún quedaban dos sin explicar.

 La noche siguiente salí a pasear, pensando en el enigma que los dólmenes suponían y el diseño que mostraban. Levanté la vista y un destello de inspiración me hizo ver que ante mis ojos estaba la respuesta: Casiopea, la reina sentada.

Con una imagen de la constelación vi que sus dos ejes centrales coincidían con precisión con los dólmenes. Después, aplicando la geometría, comprobé que se justifica con exactitud la posición de dólmenes y estrellas.

La constelación de Casiopea.
Plano de los dólmenes de Los Llanos, Carbana Arqueta y Lazaya.

Conclusiones

Considero que si este grupo de dólmenes situados a mitad de camino entre los cabos de Fisterra y Creus representa la constelación de Casiopea, es casi seguro que los megalitos de las cordilleras del norte peninsular son la representación de un mapa estelar. Es cuestión de tiempo hallar la correlación restante entre Cielo y Tierra, para tener el mapa completo. 

Estamos ante unas de las más antiguas rutas sagradas del planeta, miles de años anterior a cristianos, romanos, celtas e íberos. 

Su propósito de armonía ha sido tan concreto que ha perdurado durante milenios, lo que da una nueva dimensión al conjunto megalítico de las cordilleras Cantábrica y Pirenaica.

Novedad editorial

Lugares de poder
Los guardianes de la Luz
Juan Sáez. Arte Zahorí
190 pg. – 17 x 24 cm
Color. Fotografías e ilustraciones. Poster.
Edita EcoHabitar V.S. S.L..

Este libro ofrece información precisa sobre los secretos ocultos en los templos de todas épocas, sentando las bases para relacionarse con ellos desde la consciencia. Es, además, una guía para interpretarlos, acceder a sus misterios y gestionar la energía personal de manera eficiente en la interacción con estos lugares de poder. Las épocas que abarca esta obra van del paleolítico hasta el gótico, un extenso periodo donde el afán de los maestros de todas las culturas fue definir un vínculo cualitativo con la Luz. Este vínculo de Luz con los astros refuerza la vida y expande la consciencia, acercándonos a la plenitud del ser.

El autor ha viajado durante más de veinte años por la península Ibérica, Europa, África, América y Asia investigando monumentos y espacios, estableciendo la relación entre lugares sagrados y ciclos estelares.

Puedes adquirir este libro aquí.

1.- Aprender a vivir con niños. Ser para educar. Pg. 12.

Juan Saenz es autor del libro Arte Zahorí. Geobiología consciente. Imparte cursos, talleres y conferencias con regularidad.


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