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Dosier. Tratamientos de la madera

La madera es un material natural que se genera a partir de la luz del sol, los nutrientes de la tierra, el agua y el dióxido de carbono. Como elemento vivo que es, la madre naturaleza ha establecido una serie de mecanismos para cerrar su ciclo vital.
Tratamientos de la madera

Por eso, los tratamientos de la madera son importantes, ya que ayudan a retardar el proceso natural de degradación.

La naturaleza ha creado una serie de agentes bióticos y abióticos que se encargan de devolver la madera a la tierra que es de donde salió. Los hongos (mohos, cromógenos y de pudrición), así como los insectos de ciclo larvario (coleópteros) o los sociales (isópteros) se encuentran en la vanguardia de los agentes encargados de la descomposición de la madera.

En un nivel inferior se situarían los agentes abióticos que podríamos calificar como propiciadores del proceso de descomposición más que degradadores propiamente dichos. En esta categoría se situarían las radiaciones solares, los cambios de humedad, los efectos mecánicos o la acción de determinados agentes químicos. El fuego puede considerarse un agente abiótico un tanto especial, no por su carácter degradador incuestionable, sino por ser el único elemento capaz de devolver a la atmósfera la totalidad del dióxido de carbono que sintetizó el árbol.

Los primeros tratamientos de la madera

El hombre, como natural utilizador de la madera, ancestralmente ha buscado la manera de ralentizar el ciclo natural de su descomposición. Para ello, ha estudiado las diferentes tipologías y características de la madera, aplicando diferentes sistemas de tratamientos y probando un sinfín de principios activos. La finalidad de todos estos esfuerzos ha sido aumentar la durabilidad y funcionalidad del material en el tiempo, a través del principio universal de aprendizaje humano: el método de prueba error.

Seguramente uno de los primeros tratamientos que practicó el hombre en su ansia de prolongar la vida de la madera y de aumentar sus prestaciones, y que curiosamente ahora está volviendo con fuerza, fue el someter la madera a la acción suave del fuego. Esto le permitió endurecer la punta de las lanzas prehistóricas y observó, además, que sometiendo la madera a la acción de la llama, su duración era mucho mayor y que la madera era menos vulnerable a la acción de los degradadores bióticos.

También se dio cuenta de que, utilizando madera de determinadas especies, aparte de tener durezas y capacidades mecánicas diferentes, su durabilidad también variaba. Así mismo se apercibió que determinadas partes del tronco, en concreto el duramen, eran menos vulnerables a la acción de insectos y hongos.

Incluso hoy nos sorprendemos al descubrir que las estructuras levantadas con maderas que fueron transportadas por vía fluvial a modo de barcazas tipo raid, presentan índices de degradación mucho mejores que las que se transportaron por vía terrestre.

Normativas

Actualmente nos enfrentamos con las exigencias normativas de garantizar una determinada duración a las estructuras de madera. En función de la clase de uso y riesgo al que esté sometida la madera, la normativa plantea diferentes tipos de tratamiento químico debiéndose alcanzar diversas profundidades de penetración según el caso (UNE EN 335:2013, CTE DB SE-M y UNE EN 351-1:2008).

Los tratamientos

Los métodos de tratamientos que se proponen van desde el simple pincelado superficial, la pulverización (más efectiva que el pincelado), la inmersión breve, la inmersión prolongada y los tratamientos con vacío-presión realizados en autoclave. Cabe comentar que no todas las especies de madera presentan una misma resistencia a la impregnación. Existen maderas muy o fácilmente impregnables mientras que otras resultan prácticamente imposibles de tratar por tener una estructura celular muy cerrada y, en consecuencia, resultan no impregnables. De la misma manera la parte del duramen presenta siempre mayor dificultad de impregnación que la parte de la albura.

Dichos tratamientos, básicamente biocidas e insecticidas, suelen ofrecer una durabilidad que va desde una protección “para siempre” en los elementos situados en el interior, hasta alcanzar una vida útil de entre 20 y 50 años dependiendo del sistema de tratamiento y producto utilizado, en elementos expuestos o situados al exterior. Para los tratamientos se utilizan sales y productos hidrosolubles de diversa índole, mayoritariamente piretroides o permetrinas. Obviamente el periodo de protección de la madera está relacionado con el tiempo de permanencia del principio químico y lógicamente, los usuarios del espacio donde se encuentra la madera tratada están sometidos a una atmosfera que presenta contenidos del principio activo del protector.

Tratar la madera

Es aconsejable tratar la madera antes de su colocación en obra y posteriormente dedicarle tratamientos de mantenimiento y cuidado. También la madera que conformarán las ventanas, puertas, repisas, dinteles, es decir cualquier madera que esté en el edificio. 

El mobiliario de uso, encimeras, pasamanos, etc., precisará de un acabado más fino y con tratamiento periódico aplicando aceites o ceras, dependiendo de la intensidad y la clase de uso. 

Una vez determinada la ubicación, teniendo en cuenta las medidas constructivas y la especie de madera más adecuada, se puede prescribir el tratamiento. 

El grado de humedad que puede alcanzar la madera durante su vida o servicio, el contacto con tierra, agua dulce o agua marina y la exposición en interior o a la intemperie: protegida, bajo cubierta, sin cubierta, etc., son aspectos que influyen para determinar la clase de riesgo.

Elección de la madera

En otro orden de cosas cabe plantearse cómo es posible que existan incontables estructuras de madera de diversa índole e importancia que hayan “sobrevivido” cientos de años sin haber sido tratadas con ningún tipo de producto químico. La respuesta hay que buscarla en dos direcciones: en la elección de un determinado tipo de madera, o parte de esta, para un uso concreto y, por otra, en la elección de un sistema constructivo que evite el contacto de los elementos con la humedad.

La elección del tipo de madera es básica en el contexto de su duración en el tiempo. Hay especies que presentan una durabilidad natural a ser atacadas por determinados agentes biótico y abióticos. Otras son capaces de resistir el paso del tiempo bajo condiciones de humedad elevadas, incluso sumergidas. En una misma especie, la parte del duramen suele presentar una resistencia a los agentes degradadores muy superior que la parte de la albura. Esto se debe a que la madera del duramen, más antigua, presenta un menor contenido en sacáridos que, a la postre, son los nutrientes que atraen a los insectos.

La humedad es el gran enemigo de la perdurabilidad de la madera. En la mayoría de las especies de nuestro entorno, contenidos de humedad del orden del 18-20% propician el desarrollo de hongos de pudrición y de insectos con alto poder destructivo. Por este motivo resulta imprescindible evitar el empotramiento de vigas o jácenas en muros perimetrales o apoyos de pilares en el suelo. En el mismo contexto se debe propiciar la rápida evacuación del agua en caso de humectaciones ocasionales y, por descontado, evitar que se acumule el agua en puntos de encuentro o uniones de elementos. 

Nuevos sistemas de protección y tratamientos de la madera

En la consciencia de intentar evitar la impregnación de la madera con biocidas y fungicidas con marcada toxicidad, se ha empezado a desarrollar otra línea de sistemas de protección conocidos como sistemas modificadores de la madera.

Estos métodos de protección, a diferencia de los expuestos, consisten en modificar químicamente la madera para evitar la acción de los xilófagos, alterando la estructura de la celulosa, la hemicelulosa y la lignina. Con esto se consigue que los xilófagos no puedan alimentarse con la madera y dejan de atacarla. Actualmente, y debido a la alteración de la estructura de la madera propiamente dicha, estos sistemas de tratamiento no son “a priori” aptos para su uso en estructuras portantes. 

Dentro de esta gama de técnicas, libres al 100% de productos tóxicos, las más destacadas son el termotratamiento, la acetilación y la furfurilación.

Termotratamiento

Probablemente el termotratamiento es la técnica más conocida. La madera se somete a temperaturas de alrededor de los 190-210 ºC, se torna más ligera y adquiere un color tostado característico. La madera termotratada se recomienda para interior y exterior en elementos no estructurales ya que las temperaturas alcanzadas parecen menguar las capacidades mecánicas de la madera en porcentajes muy significativos.

Acetilación

La acetilación es un método de transformación química de la madera mediante autoclave en el que los componentes de los grupos hidroxilo se sustituyen por grupos acetilo. La madera se torna menos higroscópica, más estable y resistente a los rayos ultravioleta; presenta un ligero olor característico a vinagre. Envejecimientos acelerados sitúan la durabilidad de la madera así modificada en 25 años en contacto con la tierra y en 50 años al exterior en el aire.

Furfurilación

La furfurilación es un método muy parecido a la acetilación con la diferencia que, en lugar de emplearse anhídrido acético, como en el caso de la madera acetilada, se emplea alcohol furfurílico derivado de la caña de azúcar. El tratamiento a presión y temperatura torna la madera más pesada, dura, estable y durable. En el proceso de furfurilación esencialmente se modifica la lignina.

La técnica japonesa Shou-Sugi-Ban

En este contexto, también podría incluirse la variación occidental de la ancestral técnica japonesa del “Shou-Sugi-Ban” consistente en carbonizar mediante llama directa 3-4 mm de la superficie de la madera, apagar con agua y, posteriormente, cepillar la cara carbonizada y aplicar un aceite natural de protección. Con esta técnica se evita la acción de los UV, mejora la resistencia a la intemperie con bajo mantenimiento y la hace resistente a la acción de los xilófagos habituales.

La madera, junto con la piedra y el barro, es el material de construcción más antiguo del planeta. Es un material natural, noble, fiable, previsible, durable y reciclable. Ante la pregunta habitual de: ¿Cuál es el mejor tratamiento de la madera? La respuesta es sencilla: No tratarla. La elección de la especie adecuada a cada uso y la adopción de un sistema constructivo que evite su contacto con la humedad, son la mayor garantía de su durabilidad.

Normas europeas para el tratamientos de la madera

Durabilidad, impregnabilidad, penetración, retención

UNE EN 335-1:2007I: Durabilidad de la madera y de los productos derivados de la madera. Definición de las clases de uso. Parte 1: Generalidades.

La norma de referencia es la UNE EN 351-1 “Durabilidad de la madera y de los productos derivados de la madera. Madera maciza tratada con productos protectores. Parte 1: Clasificación de las penetraciones y retenciones de los productos protectores”. Esta norma especifica las penetraciones y retenciones requeridas para cada clase de riesgo en función de la facilidad de impregnación de la madera.

UNE EN 350-2: se establece la impregnabilidad de las distintas especies de madera (facilidad o dificultad para introducir el protector en la madera). 

Los códigos R1 a R5 representan la retención correspondiente a los valores críticos de cada clase de riesgo (g/m2 o kg/m3), obtenidos a partir de todos los ensayos que se deban realizar de acuerdo con la norma UNE EN 599-1: Durabilidad de la madera y de los productos derivados de la madera. Características de los productos de protección establecida mediante ensayos biológicos. Especificaciones para las distintas clases de riesgo. 

UNE EN 599-2: 1996: Durabilidad de la madera y de los productos derivados de la madera. Características de los productos de protección establecida mediante ensayos biológicos. Clasificación y etiquetado.

Clases de uso definidas

Es un concepto definido por la norma EN335-2 con objeto de valorar el riesgo de ataque de diferentes agentes en relación al lugar dónde se va a instalar la madera y especie de la madera, definidos como códigos R1 a R5.

Riesgo 1.  Se trata de madera bajo cubierta y sin contacto con el suelo. No recibe humedad, el contenido de humedad es de 18-20%. Prácticamente toda la madera de interior. En ambientes secos su principal problema son los xilófagos, coleópteros, que se alimentan de la madera. No es necesaria mucha protección, pero sí vigilar periódicamente; es conveniente un mantenimiento.

Riesgo 2. Madera bajo cubierta, con riesgo de humedad, sin contacto con el suelo. Posible humectación ocasional, por lluvia, limpieza, etc. El contenido de humedad puede superar el 20%. Estructuras de jardín, porches, cerramientos, madera cercana a lugares con agua, grifos por ejemplo; rastreles bajo las tejas, etc. Sus principales atacantes son termitas, coleópteros y hongos.

Es necesaria una protección superficial. Utilizar brocha, pincel, pulverizar.

Riesgo 3. Madera en exterior sin protección, sin contacto con el suelo, con humectación frecuente. Siempre con un contenido de humedad de más del 20%. Pasarelas, porches, vigas exteriores, aleros de madera, parte exterior de ventanas, puertas, portones, revestimientos de madera de edificios, mobiliario urbano y de patios exteriores. Sus principales atacantes son termitas, coleópteros y hongos. Es necesario un mantenimiento continuado, realizar controles periódicos y aplicar protección profunda.

Riesgo 4. En contacto con el suelo o agua dulce. Con humedad constante, más del 20%. Vallas, postes, empalizadas, embarcaderos de agua dulce, etc. Sus principales atacantes son termitas y hongos. Igual que para Riesgo 3. 

Riesgo 5. En contacto con el agua salada de forma permanente. Es necesaria una protección profunda.

Componentes naturales para el tratamiento de la madera

Aceite de linaza. Se extrae del lino, Linum usitatissimum, una planta procedente de la familia de las lináceas. Se obtiene por prensado de las semillas. Sustituye a los lasures químicos. Tarda en secar. Nutre, protege, impermeabiliza y da color. Preventivo para ataques de xilófagos. En el exterior la radiación solar hará necesario renovar el tratamiento. Hay que lijar y limpiar la madera antes de su aplicación. 

Aceite vegetal. De oliva, girasol, enebro, etc. El aceite es un líquido graso de diverso origen, no se disuelve en el agua y tienen menor densidad que ésta. Se utilizan para nutrir la madera, protegerla y darle color.

Aguarrás.Se extrae de la resina de coníferas. En el proceso de destilación produce aceite o esencia de trementina, el residuo es la colofonia. Disolvente. Incoloro. Es un líquido volátil. Repelente de insectos, desinfectante. La inhalación produce daño en las vías respiratorias y otros efectos graves. Su uso requiere condiciones de seguridad.

Existe el aguarrás mineral procedente del petróleo, por lo que es conveniente leer atentamente la etiqueta. Se debe aplicar atendiendo medidas de seguridad. Puede afectar a la salud.

Colofonia. Es una resina sólida, de color ambarino. Resulta de la destilación de la resina de las coníferas.

Cera. Se utiliza preferentemente la cera que producen las abejas. Protege, da brillo y nutre la madera.

Cera de ballena o esperma. Proviene de un tipo de grasa que se produce en la parte plana delantera del cráneo de los cachalotes. Es preferible no utilizarla.

Cera goma-laca. Es una resina orgánica que segrega un insecto, Laccifer laca, de color rojizo. Proporciona mayor resistencia y protección. Utilizado para disimular golpes y defectos en la madera. 

Otras ceras vegetales. Se extraen de árboles procedentes de China, EE.UU. Japón, México. Conviene utilizar las ceras de producción lo más locales posible y con menos huella ecológica en la extracción, producción, transporte.

Lanolina. Se obtiene de la lana de oveja, mediante el hervido de la lana sin limpiar durante varias horas. Nutre, protege, proporciona brillo y un tacto sedoso a la madera.

Lasur natural. Se compone de resinas y aceites naturales. Aunque se conoce desde la antigüedad, su uso se ha extendido a partir de mediados del siglo pasado. Existen lasures comercializados naturales, se tiene que contrastar los componentes que pueden ser disolventes procedentes de hidrocarburos, alifáticos y aromáticos; entre los insecticidas: los piretroides (permetrinas y cipermetrinas); y entre los fungicidas, las isothiozonas y derivados de los enzimidazoles, que afectan a la salud por sus contenidos COV. 

Sal de bórax. Se obtiene de la evaporación de las aguas de cuencas cerradas y con alto contenido de sales, y de otras formas de depósitos sin agua y con minerales fósiles. Se puede sintetizar. Protege la madera del ataque de xilófagos y del moho; es un buen limpiador. Su uso requiere condiciones de protección.

Sosa cáustica. Procede de la calcinación de ciertas plantas, Salsola sátiva, Salsola Kali, Salsola sp. Previene el ataque de xilófagos y del crecimiento de moho. Su uso requiere condiciones de protección. Puede afectar a la salud.

Trementina. Proviene de la destilación de la resina de coníferas, entre ellas el Pinus pinaster. También se conoce por galipot. Se utiliza como disolvente y diluyente de pinturas y barnices. Aporta consistencia y propiedades secantes. Su uso requiere condiciones de protección. Puede afectar a la salud.

Los COV en los tratamientos de la madera

Según Wikipedia “Los compuestos orgánicos son sustancias químicas que contienen carbono y se encuentran en todos los elementos vivos. Los compuestos orgánicos volátiles COV, se convierten fácilmente en vapores o gases. Junto con el carbono, contienen elementos como hidrógeno, oxígeno, flúor, cloro, bromo, azufre o nitrógeno”.

Entender la normativa sobre la emisión de COV en los tratamiento de madera puede llegar a ser un laberinto debido a que la legislación Europea equipara los COV de origen mineral a los de origen vegetal, que son los que los tratamientos naturales utilizan, sin tener cuenta que no son igual de tóxicos para las personas y el medio ambiente.

Desde el aspecto ecológico está claro que debemos utilizar tratamientos con el mínimo de compuestos orgánicos volátiles (COV) y que provengan de aceites naturales como el lino o la soja. Sin embargo, otro tema es el aspecto de la salud. Silvia de Santos, de la consultoría en mediciones ambientales Bihho, nos comenta que “deberíamos evitar los componentes que de alguna forma sobreexcitan las señales que llegan al cerebro”, en relación a los aromas. Señala, además, que “para la sensibilidad química (SQM) todos son dañinos”.

Las propiedades tóxicas van a depender de cada compuesto y de las condiciones de exposición. La forma de aplicar un tratamiento también influye. Y se debe tener en cuenta que muchos de los COV pueden tardar 5 meses en desaparecer. 

La recomendación de Silvia de Santos es evitar los tratamientos en el propio hogar y hacerlo en los talleres donde se prepara la madera.

Certificados ¿si o no?

Está claro que Ecolabel, el certificado Europeo para tratamientos, es un simple greenwashing que lo único que pretende es servir de parapeto para que las empresas puedan hacer lo que siempre han venido haciendo. 

Por otra parte, la clasificación A+, aunque lo llevan varias marcas de las seleccionadas en este informe, tampoco consideramos que sea un certificado creíble en cuanto a que muchas marcas convencionales utilizan productos para enmascarar las emisiones cuando se realizan los análisis.

COV: una directiva muy confusa 

Para muchas personas, la mayor preocupación relacionada con los riesgos que suponen los distintos tipos de pinturas y barnices, gira alrededor de los Compuestos Orgánicos Volátiles (COV). 

En el año 2004, la Unión Europea adoptó la Directiva 2004/42, que regula y limita el contenido máximo de compuestos orgánicos volátiles (COV) en pinturas y barnices, así como en productos de renovación del acabado de vehículos. Esta directiva tiene como objetivo reducir las emisiones de COV a la atmósfera, ya que estos compuestos contribuyen a la formación de ozono troposférico, una sustancia que puede causar problemas respiratorios y otros problemas de salud. La Directiva entró en vigor en una primera fase en 2007 y en segunda fase (con límites más estrictos) en 2010. Su objetivo es limitar el contenido total de COV con el fin de prevenir o reducir la contaminación atmosférica; es decir, para luchar contra un problema medioambiental. 

Peter Mayer, directivo de la marca Keim, nos comenta que: “El contenido máximo de COV permitido distingue entre productos en base agua y productos en base disolvente, y estos últimos en su formulación requieren de una cantidad superior de COV. Para el grupo de las pinturas y barnices, además, también fija una serie de subcategorías (12) con distintos máximos de COV. Es decir, las cantidades máximas fijadas están basadas en la viabilidad técnica (por parte del fabricante) de poder cumplir con ellas”. 

Definición de Compuesto Orgánico Volátil

Ya hemos dicho que la Directiva se limita a establecer un contenido máximo de COV, en el momento de fabricar el producto listo al uso. Pero no contempla ni el tipo de COV (los hay con mayor y menor potencial de riesgo) ni tampoco las emisiones de COV una vez aplicado el producto. La propia Directiva indica que “queda excluida de la presente Directiva la protección de la salud de los consumidores y de los trabajadores y la protección del entorno de trabajo”. 

Otro detalle que pasa desapercibido a muchos usuarios es la definición del Compuesto Orgánico Volátil que la Directiva indica: “Cualquier compuesto orgánico que tenga un punto de ebullición inicial menor o igual a 250 0C a una presión estándar de 101,3 kPa”. Peter Mayer señala: “Esta definición permite que toda una serie de sustancias que se emplean especialmente en los productos en base agua no sean consideradas COV siendo, precisamente, las que emanan durante más tiempo una vez aplicado el producto”. 

“Otro aspecto a tener en cuenta es que los productos al agua requieren obligatoriamente de conservantes en su formulación. Y desde un punto de vista funcional, su capacidad de nutrir la  madera es notablemente inferior a la de los aceites naturales”, añade.

Recetas

Aceite de linaza y aguarrás

Impermeabiliza, nutre, protege de hongos y xilófagos. Tratamiento para exterior e interior. 

Componentes: aceite de linaza, aguarrás.

Preparación y aplicación:

  • Calentar al baño maría, aplicar en caliente, con adición de aguarrás puro sin secante. 
  • Diluir en un 50%.
  • Primera mano: 15 o 25% de aguarrás y 2-3% de aceite de cade (enebro). 
  • Segunda mano, con un 10% de aguarrás. 
  • Tercera mano con cera de abeja. Diluir en aguarrás, hasta que la mezcla quede fluida y se pueda aplicar en frío. 
  • Da color a la madera muy blanca.

Para mejorar la penetración y rapidez de secado es mejor el aceite cocido.

Es una mezcla compuesta de productos muy inflamables que hay que calentar a baño maría y manipular solamente en condiciones de seguridad óptima. 

En espacios cerrados y con posibilidades de recalentamiento es posible que los vapores se inflamen una vez aplicada, es necesario tener en cuenta una buena ventilación.

Salud. Puede afectar a la salud por inhalación e ingestión casual, almacenar en lugar muy poco accesible.

Aceite de linaza crudo, trementina y colofonia

Nutre y protege. Prevención del ataque de insectos.

Componentes: aceite de linaza crudo, trementina, colofonia.

Preparación y aplicación:

  • Mezclar los componentes, 1 l aceite, 12,5 cl trementina, 10 gr colofonia.
  • Calentar para mezclar al baño maría.
  • Aplicar con brocha.
  • Se pueden dar dos manos, dejando tiempo suficiente entre cada mano para el secado. 

Es una mezcla compuesta de productos muy inflamables que hay que calentar al baño maría y manipular solamente en condiciones de seguridad y protección óptima. 

Salud. Puede afectar a la salud por inhalación e ingestión casual, almacenar en lugar muy poco accesible.

Barniz de cerveza

Mejora el color y protege ligeramente. 

Componentes: cerveza.

Preparación y aplicación: 

  • Se deja reposar la cerveza en un recipiente abierto hasta que pierde el gas.
  • Aplicar con brocha o paño.
  • Antes de aplicar se trata la madera con aceite y se pule para un acabado fino. 

Proporciona un color dorado muy interesante.

Aceite de linaza con trementina

Protección del moho y de hongos. 

Combinación utilizada para impregnar la madera, óptimo para interiores, porches, casetas y estructuras sencillas como vallas en exterior. 

Componentes:aceite de linaza, trementina.

Preparación y aplicación:

  • Mezclar 1 l de aceite, 12,5 cl trementina.
  • Aplicar con brocha.
  • Se puede calentar un poco el aceite para facilitar la mezcla y aplicar en caliente. 

Es una mezcla compuesta de productos muy inflamables si se calienta al baño maría, manipular solamente en condiciones de seguridad y protección óptima.

Salud. Puede afectar a la salud por inhalación e ingestión casual, almacenar en lugar muy poco accesible.

Aceite de oliva, girasol u otros, vinagre y sal

Nutre y protege, especialmente para maderas en contacto con alimentos, estantes de despensa, sobre encimeras, etc. 

Composición: aceite, vinagre, sal.

Preparación y aplicación:

  • Solución: dos cucharadas de vinagre, una de sal en un litro de aceite. 
  • Aplicar con brocha.
  • Se aplica ligeramente caliente para facilitar la mezcla y la penetración en la madera.

Es una mezcla compuesta de productos inflamables, si se calienta al baño maría manipular solamente en condiciones de seguridad óptima. 

Barniz de cera y esencia de trementina

Protege de roces, arañazos, aportar una capa protectora, impermeable y resistente a algunos insectos. 

Composición: cera de abeja y trementina.

Preparación y aplicación:

  • Se mezcla esencia de trementina con la cera de abeja hasta conseguir una pasta cremosa, se aplica con brocha, ligeramente caliente.
  •  Aplicar con paño para un acabado fino.
  •  Primera mano pulir suavemente.
  •  Segunda con más energía. 
  •  Seca en varios días, pero no colocar nada encima, ni cubrir.

Proporciona un acabado muy fino.

Es conviene tratar la madera con aceite antes de esta aplicación.

Conviene renovar el barniz cada dos o tres años, dependiendo de la humedad, insolación, etc.

Es una mezcla compuesta de productos muy inflamables si se calienta directamente o al baño maría; manipular solamente en condiciones de seguridad y protección óptima. 

Salud. Puede afectar a la salud por inhalación e ingestión casual, almacenar en lugar muy poco accesible.

Lasur

Protección en exteriores. Penetra la madera, no crea capa protectora. 

Impregna y nutre la madera y refuerza sus células. Hidrófugo. Permeable al vapor de agua. Se mantiene elástico y no exfolia. Eléctricamente neutro. 

Existen lasures comercializados naturales, aunque hay que cuidar los componentes que pueden ser disolventes procedente de hidrocarburos, alifáticos y aromáticos; los insecticidas, que pueden ser piretroides (permetrinas y cipermetrinas); y los fungicidas, las isothiozonas y derivados de los enzimidazoles, que afectan a la salud por sus contenidos de COV. 

Se aplica con brocha o pistola. No requieren de lijado previo. No atrae la suciedad. De fácil mantenimiento. Realza el veteado de la madera.

Salud. Puede afectar a la salud por inhalación e ingestión casual, almacenar en lugar muy poco accesible.

Solución de sosa cáustica

Protección del moho y de hongos. 

Componentes: sosa cáustica y agua.

Preparación y aplicación: 

  • Diluir en agua, 1 l de agua, de 5% a 10% de sosa cáustica. 
  • Aplicar con una brocha.
  • Se deja secar antes de su uso.

Seguridad. Es una mezcla compuesta de productos peligrosos, manipular solamente en condiciones de seguridad y protección óptima. Almacenar en lugar poco accesible.

Salud. Tiene la apariencia de agua y parece no ser peligroso pero el contacto de tan sólo de pocos segundos puede causar daño permanente, incluso la ceguera. El contacto con la piel puede causar irritación intensa o quemadura de tipo químico. Puede afectar a la salud por ingestión y contacto, almacenar en lugar muy poco accesible.

Sal de bórax

Protege de hongos y de insectos.

Componentes: sal de bórax y agua.

Preparación y aplicación: 

  • Mezclar bien 200 gr de sal de bórax con 1 l de agua en recipiente seguro. 
  • Aplicar con brocha o pistola.
  • Madera vieja, aplicar en caliente y presión.
  • Madera nueva, se sumerge en una solución de sal de bórax y agua, 1 minuto por cm de grosor. Se puede utilizar bañeras viejas, hacer una piscina con lonas, etc.

Salud. Puede afectar a la salud por inhalación e ingestión casual, almacenar en lugar muy poco acce

Información sobre normativa:

Información general: 


Te puede interesar: Descubre lo que esconden las pinturas convencionales “ecológicas”


Artículo publicado en el número 63 de la revista EcoHabitar en otoño de 2019. Puedes adquirir un ejemplar aquí.

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