Es evidente que estamos ante una tarta, la construcción ecológica-verde-sostenible, que cada vez será más apetecible y habrá de todo: compromisos serios y algunos que querrán buscar un atajo.
¿Asistimos a un cambio de actitud por parte de algunos de estos gigantes forzados por un incremento de la sensibilidad del consumidor o hay algo más?
«Una mezcla de políticas y reglamentos que priorizan la eficiencia energética y el diseño verde, el aumento de herramientas voluntarias de certificación para edificios verdes, la reducción de costes de los materiales verdes, la mayor sensibilidad del consumidor y, por consiguiente, una mayor demanda; el hecho de que los edificios verdes confieren ventajas de mercado cuantificables origina un crecimiento real y un mercado con un evidente futuro», ha comentado Eric Bloom, analista de investigación de Navigant, consultora especializada en mercado verde .
Según esta consultora, el mercado de la economía verde y más concretamente el mercado de materiales ‘verdes-ecológicos-sostenibles’ va a pasar de 116 mil millones de dólares a 254 mil millones de dólares en el 2020 en el mercado mundial.
Estos materiales verdes, según la consultora, van desde materiales tradicionales, que están siendo revalorizados por su bajo impacto medioambiental, hasta las tecnologías más avanzadas que permiten un mejor rendimiento de los edificios pasivos y activos.
Abramos un debate
El sector de la bioconstrucción ha sido hasta ahora una aldea gala irreductible, garante de unos principios muy concretos y de una forma de hacer las cosas que podríamos resumir en tres puntos: construcción-arquitectura local, construcción-arquitectura respetuosa con el planeta y una construcción-arquitectura saludable.
Esto nos ha permitido sobrevivir, crecer y desarrollarnos de una forma significativa ante los embates, incluso en momentos de crisis, de una industria gigantesca y descomunal que es capaz de zamparse ella sola el 30% del consumo energético del planeta y para la que nosotros somos pequeñas hormiguitas indetectables.
Pero este gigante comienza a ser consciente de que los tiempos que se avecinan van a ser diferentes y que, haciendo números, las cuentas no salen si seguimos con las recetas que hemos venido aplicando en el pasado más reciente. Vemos, por ejemplo, la fiebre de compra de fabricas de cal por parte de las cementeras con el ánimo de rebajar sus enormes emisiones de CO2. Es aquello de «a la ecología por la economía».
El concepto de arquitectura saludable, por tomar otro ejemplo, comienza a oírse en la comunicación de algunas compañías como un elemento de valor, lo que evidencia un cierto cambio de actitud.
Como pioneros debemos abrir el debate y trabajar para que sea un cambio hacia la sostenibilidad de verdad. Preguntas tales como: ¿cuál va a ser el futuro de la bioconstrucción?; ¿estamos ante un nuevo reto; debemos seguir siendo pequeñas hormiguitas? o ¿cómo afrontar este nuevo paradigma) preguntas que no deben faltar para poder abordar un futuro mejor. en el mercado de la economía verde que se abre hoy en día.