Este grito de guerra escrito en clave de RE, heredado de las 7R de la Economía Circular: (rediseña, reduce, reutiliza, repara, renueva, recupera y recicla), no quiere hacer otra cosa que provocarnos, motivarnos y animarnos a explorar el Narnia de los Biomateriales. ¿Sabes qué hay más allá?…
Pues resulta que conocemos ya bastante bien el corcho, la madera, el cáñamo, … y un largo etcétera, pero os vengo a hablar de “los biomateriales del futuro, que no se fabrican, sino que son cultivados y cocinados”.
Sí, cocinados con un simple cazo, y además con biorresiduos de la propia alimentación, como las cáscaras de huevo, los restos de té o café, restos de moluscos (almejas, mejillones, caracoles) o cáscaras de cítricos no compostables.
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Esto es lo más tecnoecológico de la arquitectura regenerativa, y ha venido para quedarse, porque es un mundo inexplorado que puede generar un catálogo infinito de posibilidades: con esos biorresiduos y un ligante que puede ser de origen vegetal, como el kuzu o el arruz arruz, que son raíces de plantas, la goma xantana, que es un polisacárido procedente del maíz, la resina de pino, o los que se elaboran a partir de monómeros vegetales como el aceite de soja epoxidado, el aceite de linaza o de ricino, los de origen animal, como la gelatina alimentaria, o de algas como el agar-agar, carragenato o alginato.
Micelios
A todo esto, también se suman por ahí el micelio de los hongos, creciendo sobre la borra de café, y el Scoby de la Kombucha, fagocitando el té, dejándonos unos preciosos biomateriales de toda condición matérica: rígido o flexible, opaco, transparente o traslúcido, áspero o suave, mate o brillo, frágil o resistente… pero todos biodegradables, y bio-agradables.
Y es que esto, señores y señoras, es la alta cocina biomatérica. ¡Bienvenidos a un catálogo infinito creado con pura matemática combinatoria culinaria!.
Quizá penséis que la materia prima no es muy abundante… Pues os cuento que en el 2020 (año pandémico que comíamos lo justo (ironía) se generaron en España casi 900 mil toneladas de residuos de origen alimentario y de cocina, según el último informe de Recogida de Residuos Municipales emitido por el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico del Gobierno de España. Y de esos, se usaron 600 mil para el compostaje, pero 300 mil toneladas, se fueron a engordar nuestros vertederos.
Es justo ahora cuando hay que ponernos en marcha, porque en el BOE del 8 de abril del 2022, (hace meses) se publicó con una nueva directriz: la Ley 7/2022 “Sobre los residuos y suelos contaminados para una Economía Circular”
Y quién sabe…Quizá nos acabemos comiendo la arquitectura de los espacios donde vivimos…
Clave de RE
Aprovechando la fiebre del RE, voy a continuar con un post menos matérico y más musical… Os puedo contar que Georgius Agrícola publicó en 1556 “De Re Metallica” (y me tienta cantar una canción de Metallica, …pero no lo voy a hacer) donde explicaba con detalles precisos las técnicas de radiestesia utilizadas para minería, casi al mismo tiempo que Martín Lutero anunciaba, de manera escandalosa, a principios del siglo XVI que era el “Trabajo del Diablo”.
Pero ya sabemos que lo que no entiende la razón, le enamora al corazón. (Y creo que me he inventado eso, pero qué bonito, oye). Y es cierto que a mí todo lo que no entiende la razón, todo lo tachado de pseudocientífico y es rechazado por la ciencia, me atrae, me intriga, me estimula a la investigación e innovación.
Es que “creo tanto en la fe, que la voy a demostrar científicamente…”
¿Sabíais que hay arquitecturas que resuenan? Sin ir más lejos la iglesia de los templarios llamada Iglesia de la VeraCruz de Segovia, vibra en clave de RE. Dicen… que si haces sonar fuertemente esa frecuencia armónica, toda la iglesia vibra, resonando con ella.
Y es que la resonancia es uno de los fenómenos físicos más espectaculares, puede ser divertido si ves a una persona romper una copa con el sonido de su voz, o catastrófico si ves a un puente colapsar por entrar en resonancia con el viento, como ocurrió con el puente de Tacoma Narrows, (artículos como el Billah 1991 en la American Journal of Physics, lo demuestran) o el Millennium Bridge, un puente peatonal que tuvo que ser cerrado dos días después de su inauguración porque entraba en resonancia con los pasos de la gente, hasta que, tras millones de euros, lo arreglaron. En todo caso ese aire que choca contra un elemento y genera dos remolinos a los lados y una frecuencia en el interior se llama “efecto de los vórtices de Karman”.
En RE-alidad tiene una explicación física muy sencilla, son los movimientos armónicos sinusoidales periódicos. Y si la frecuencia de la fuerza impulsora (llamada frecuencia de Strouhal), el viento en el caso del puente colapsado, coincide con la frecuencia natural del puente, hay resonancia, acopla, y colapsa. Un poco lo mismo que cuando se acoplan los micrófonos y chirrían.
Y de hecho, según esto, sería posible incluso curar enfermedades, sabiendo la frecuencia de la misma y haciéndola resonar con esa frecuencia, en onda inversa para su autodestrucción en cuestión de minutos.
¿Ciencia ficción o realidad? ¿Y si sí?
En todo caso, la clave de Re es una frecuencia sanadora de la energía sexual femenina, y resulta que ese es otro mundo a explorar en “Los sonidos que sanan”… (Goldan 1996), y que la geometría de los espacios pueden armonizar, sanando, o entrar en resonancia, y hacer que colapse la energía de los que viven en ellos. Los materiales pueden reverberar o absorber esas frecuencias, y esa sutileza, ese tocar el arpa invisible de la arquitectura, es una capa más de interacción en nuestro mundo cuántico. La cosa se complica, pero es tan simple como: RESPIRAR.
En resumen, la clave de “…” se refiere a la tonalidad, y puede ser mayor o menor, dándole un carácter triste o alegre, respectivamente. Así que, si escuchas frecuencias en Re menor : resiste, rechaza, repite, revuelve, retírate, repercute, rechina… pues cambia de frecuencia y compón en Re Mayor: Recicla, renueva, resurge, respira, renace, resucita, ¡regenera!


*ALGUNOS PÁRRAFOS DE ESTE ARTÍCULO SON EXTRACTOS DEL LIBRO HABITAR CONSCIENTE EN LA ERA DEL INCONSCIENTE, escrito por la misma autora y publicado por EcoHabitar.
Cosas del demonio….
Volviendo a lo del demonio… En occidente somos duros de mollera, pero x hasta Toyo Ito, premio Pritzker de arquitectura en el 2013, en 1997 habla del flujo de electrones que se superpone al flujo del Chi de la tierra y el agua en su artículo “Tarzanes en el bosque de los medios”.
“Todas las criaturas del cosmos están configuradas de cierta manera, pero todas son fluido y están en cambio continuo… ‘todo fluye’.[…] Sin embar- go, desde la edad moderna nos hemos olvidado de esta visión del mundo y nos hemos aferrado a nuestro cuerpo. Nos hemos situado en el centro del universo y obsesionado con la única idea de diseccionar el mundo. […] La tecnología empieza a emerger y nos recuerda el mundo que casi habíamos olvidado. El flujo de electrones se superpone al flujo del Ki y al ‘agua’…”
“Tarzanes en el bosque de los medios”. Toyo Ito 1997.
También el emperador chino Da Yu en el año 2200 antes de cristo declaró alto y claro que: “Ninguna edificación debe ser construida hasta que los adivinos de la tierra hayan confirmado que el lugar está libre de demonios”.
Y así, la Dinastía Ming, con el texto de “Ocho agujas del método de la brújula de agua”, ofrece un protocolo para encontrar corrientes subterráneas, en capas alternativas de tierra y roca, cavidades, fallas geológicas, yacimientos minerales, pozos, tumbas, mataderos y campos de batallas para encontrar los estratos y los vapores de la tierra, porque “El cuerpo de la Tierra es como el de un cuerpo humano (Chen Su Xiao 1332).
Zonas geopatógenas
Siglos más tarde, en Francia, Alemania e Italia, en el siglo XVIII el uso de varitas, cetros, aurámetros, barras, péndulos, horcas y varillas, por parte de ornitólogos, deusers, parteros, zahoríes y brujos de agua, se convirtió en un juego para científicos y sacerdotes, y sus detractores: Lebrun, Menestrier, Zeidler, Albino y Houvenal, que no sé quiénes son, pero para el que quiera investigar por ahí.
Podemos seguir con Guy UnderWood que estudió en su libro “Los patrones del pasado” las energías de sitios sagrados y sus conexiones sobre el agua, y Tom Graves, que en 1976 publicó el libro “Agujas de Piedra” que habla de la tierra y las energías cósmicas. Y con una lista interminable de libros y libros que podemos ver en la Maison de la Radiesthèsie, en Paris, o en publicaciones del Instituto de la Salud Geoambiental, de Madrid, donde Fernando Pérez, el director, me ha enseñado de primera mano a detectar las líneas Hartmann, Curry y posibles zonas geopatógenas.
Vórtice energético
Como os decía, se ha demostrado que en todos los monasterios e iglesias de antes del siglo XVIII hay al menos un vórtice energético como línea de poder y de alta vibración, y que además se suele ubicar en el punto donde se ubica el sacerdote, en el altar (Alcañiz, 2016). En Madrid, podemos hasta testarlo en la calle, en plazas donde antiguamente había una iglesia. Y, más allá, como os contaré en el capítulo sobre geometría sagrada, las iglesias románicas están todas en los lugares más potentes telúricamente hablando, vértices energéticos y cruces de líneas del Dragón, que también es una fuerza muy anclada a la tierra.
De hecho, el Escorial, con sus 19 vértices en la basílica, se construyó allí porque Felipe II era un gran estudioso de las energías ocultas. También Carlos V tenía información sobre estas energías y sobre la capacidad de volver imputrescible la carne en esos puntos, puesto que en su testamento pidió que se le enterrara en el monasterio de Yuste, justo debajo de los pies del sacerdote.
Signos de poder
Los mantos del sacerdote también tenían gran carga y gran poder. Y todo lo que podáis testar y sentir podréis comprobarlo con la simbología de los capiteles, por ejemplo, si hay agua en el capitel, habrá algo que lo simbolice, porque estos constructores de eternidad, estos maestros que bien conocían el mundo sutil, no dejaron nada al azar. Ni en esta cultura, ni en ninguna otra.
Las pirámides de Egipto, las estatuas gigantes de la Isla de Pascua, el MachuPichu, Stonehenge, los templos budistas, chinos, mezquitas y lugares sagrados de todas las culturas, están sobre líneas telúricas de alta vibración [pi-12].
Yendo al plano más terrenal, y egoístamente, lo que nos influye a nuestro ECO Habitar, y a nuestra protección, podemos ratificar esta información a tra vés de los muchos artículos científicos que demuestran la influencia de enfermedades como el cáncer o enfermedades del sistema inmunológico con las zonas geopatógenas.
El sustento científico se demuestra por la vibración en los cruces de estas líneas, que nos hacen vibrar a una frecuencia que nos debilita el sistema inmune y, por tanto, más propensos a enfermar. Podéis consultar, por ejemplo, la tesis de Carlos Eduardo Hernández que hace un trabajo de distribución espacial territorial de los fallecimientos por cáncer en la localidad de San Antonio de los Baños, Cuba, relacionándolo con las líneas geopatógenas.
Son diferencias de frecuencia que ya se pueden medir con aparatos electrónicos, carísimos de momento, pero que, sobre todo, podemos percibir si desarrollamos nuestra intuición y nuestra percepción. Y todos podemos hacerlo.
No es una pseudociencia
Pero a mí la teoría que más me convence para explicarlo es la que escuché de Epifanio Alcañíz, que ha publicado varios libros, entre ellos: “Los misterios telúricos de Madrid” y “la Percepción Olvidada”. Y coincide con Sheldrake y sus perros en que es una capacidad, no puede decirse que es pseudociencia porque es como intentar demostrar que un vino huele distinto que otro, y que con el olor puedes demostrar la edad de un vino, y claro, eso no es “científicamente” demostrable porque no todos los científicos tienen esa capacidad de percibir. Así que, en realidad, un geo- biólogo es como un enólogo, que “huele” muy bien. Pero todos podemos entrenar esa capacidad con trabajo, dedicación y presencia.
También, para los escépticos, podéis buscar sobre Demesio Campos, un mecánico de aviones de Iberia que testaba con un péndulo dónde estaba el fallo del avión y ahorraba mucho dinero a la compañía porque siempre coincidía con el fallo real.
Podéis ratificar con el libro “Historia de la Medicina” donde habla de usar el péndulo para encontrar la dolencia, o el publicado en 1962, “Le signal du Sorcier” de Yves Rocard, que también momificaba la carne con geomancia. O el libro “Geomancia” (2019) donde simplifica mucho y además te habla de las líneas Ley, Dragones, Feng Shui y otros misterios de la Tierra, muy ameno. O ver la película de Russell Crowe “El maestro del agua”, una historia real de un zahorí australiano y sus hijos, o con el Profesor Tornasol de Tintín.
En todo caso, yo he podido testar en mis carnes que podemos desarrollar nuestra percepción e intuición para conectar con cada objeto, lugar, persona o situación, y aún me cuesta creerlo… pero ¿Y si sí?