La mala calidad del aire es una amenaza para más de la mitad de la población mundial, concentrada ya en las ciudades. La buena noticia es que las soluciones las tenemos a mano: desde la prohibición de vehículos diésel en las ciudades a la transformación de los motores de combustión en eléctricos, pasando por la aceleración del tránsito hacia las renovables, el transporte público “inteligente”, el impulso de la bici urbana o los sensores personales.
Prohibir los vehículos diésel
El tráfico rodado es, pues, nuestro principal enemigo. Y dentro del tráfico, el peso recae sobre todo en los vehículos diésel, que llegan hasta el 50% de las flotas en algunos países y son, con diferencia, los mayores responsables del aumento de los niveles de NO2 y partículas en suspensión…
“Prohibido circular con vehículos diésel”. Habrá que inventar una nueva señal para que los automovilistas lo entiendan. Pero la decisión ya está tomada. Primero será París, en el 2020, y una larga lista de ciudades se han puesto ya a la cola…
“La prohibición de los vehículos diésel en el centro de las ciudades va a ser el primer paso, el más urgente y necesario para combatir la contaminación urbana”, explica profesor Benjamin Barratt, del Grupo de Investigación Ambiental del King´s College de Londres. “Pero la gran pregunta es ¿Cuándo haremos lo mismo con todos los coches de combustión?”.
Electrificar la flota
La transformación de los vehículos de combustión en coches eléctricos es la meta de la “start up” extremeña Ecoche, que acaba de lograr dos premios en el reciente festival Zinc Shower. Un equipo multidisciplinar de 15 personas –capitaneado por José Mendoza Milara, con Mario Fernández como coordinador y José Manuel Gallardo al volante del diseño- están dando cuerpo a este proyecto de auténtica economía circular que aspira a “reciclar” hacia arriba los coches de gasolina y…
Entre Don Benito y Cáceres, pasando por Casturera están los talleres, que son también laboratorios donde se está experimentando con un “kit de transformación” que permita a los usuarios cambiar de humos sin cambiar de coche.

Impulsar la bicicleta
La ciudad, para quien la camina y pedalea… Ese es el principio que inspira a Ciclogreen, la aplicación creada en Sevilla por Gregorio Magno para estimular el uso del pedal y de las suelas. Los kilómetros recorridos en bici o a pie sirven para ganar “ciclos”, que luego se acumulan como descuentos en tiendas, restaurantes y cines. Los más de 1.500 usuarios de la plataforma recorrieron en poco más de un año más de 220.000 kilómetros y evitaron la emisión de 55 toneladas de CO2 (con un sustancial “ahorro” de NO2 y partículas en suspensión).
El objetivo de Ciclogreen (premiado en al COP21 e impulsado por Climate-KIC Accelerator, la mayor aceleradora de Europa de empresas que mitigan el cambio climático) es romper el “techo” del 10% en el que parecía haberse quedado Sevilla, después del extraordinario impulso a las dos ruedas con su red de carriles-bici. Pese a los grandes avances, la capital bicicletera del sur está lejos del 35% del uso de la bici en Copenhague o de más de 60% en el centro de Amsterdam, donde la pregunta más habitual es “¿dónde aparco la bicicleta?”
Peaje de toxicidad
Quien contamina paga… El alcalde de Londres, Shadiq Khan, ha anticipado la creación en el 2017 de un “peaje de toxicidad” de 15 euros (a añadir al peaje de congestión que ya se paga para circular por el centro de Londres). Los coches diésel y de más de diez años estarán obligados a pagar el nuevo control que en el 2020 se ampliará a la Zona de Emisiones Ultrabajas (ULEZ) que abarca todo el perímetro urbano.
El objetivo es seguir levantando barreras a los vehículos de combustión y allanar el terreno a las áreas urbanas libres de emisiones, donde solo puedan circular vehículos eléctricos y bicicletas.
“No vale un mismo modelo para todas las ciudades”, advierte Benjamin Barratt. Cada cual tiene su geografía, su cultura y su evolución peculiar… Londres tiene, por ejemplo, pocas zonas peatonales, mientras México DF ha convertido la peatonalización en parte integral de su plan (Proaire) y ha ideado sistemas como el “Hoy no circula”, que restringe la circulación por la ciudad a uno de cada cinco coches, de lunes a viernes, en función del color de sus matrículas (amarillo, rosa, rojo, verde y azul).

El autobús bala
En la ciudad brasileña de Curitiba por razones económicas, decidieron no tener metro. En su lugar, y en los años setenta, construyeron la así llamada Rede Integrada de Transporte (RIT), que consistía en la creación de una serie de autobuses articulados (con capacidad para 270 pasajeros) que surcarían la ciudad por carriles especiales en sus arterias especiales. A ellos se accedería desde estaciones a pie de calle en las que se paga antes, para evitar el tiempo de espera.
El autobús bala de Curitiba ha dado pie a la Transmillenium de Bogotá y a otros sistemas más o menos similares. El transporte público es gran parte de la solución ante el problema de la contaminación, por su capacidad para eliminar coches privados de la superficie. En el futuro, las viejas redes tendrán, sin embargo, que adaptarse a las nuevas necesidades y a la intermodalidad que viene.
Coches sin conductor (y barrios sin coches)
París marcó el camino en el 2011 con la primera flota de coches eléctricos, Autolib, pronto imitada en otras ciudades. En un futuro bastante más cercano de lo que creemos, nos moveremos de punto a punto en coches eléctricos, compartidos y probablemente sin conductor.
La revolución de la movilidad no ha hecho más que empezar, y la fusión de los avances en automoción con la tecnología de la información va a cambiar radicalmente la manera de desplazarnos por las ciudades. El objetivo –hasta ahora casi inconfesable- será convencer a los ciudadanos de que es mejor, más barato y más cómodo no tener un coche privado.
En Friburgo (Alemania) existen ya los barrios “sin coche”. Hamburgo está revolucionando, a su manera, la movilidad con la creación de una amplísima red de Vías Verdes (Grünes Netz), a medida de las bicicleta y del peatón, que pretende erradicar la necesidad del coche en el 40% de su casco urbano. Otra ciudad innovadora Helsinki: la capital finlandesa está transformando su sistema de transporte público en una red de “movilidad bajo demanda” y en tiempo real a través de sus teléfonos móviles. El anticipo es el Kutsuplus, un minibús que adapta sus itinerarios a las preferencias de sus viajeros.
Smart Citizen
“Tenemos que convertir la contaminación en un asunto personal”, es el último y tal vez más importante consejo de Benjamin Barratt, que está investigando la manera de combinar sensores y aplicaciones, de manera que cada cual pueda rastrear en su teléfono móvil cuáles son las calles más o menos contaminadas de su ciudad en tiempo real.
Vaticina Barratt que los sensores personales de contaminación (ya hay varios en el mercado como Tzoa, AirBeam o Lapka Pem y muchos otros en investigación) serán tan habituales como lo son hoy las aplicaciones que utilizan los corredores urbanos, tal vez los primeros interesados en saber por qué calles se debe o no se debe “circular”.
Hace tres años, en la Smart City Expo, resultó precisamente premiado el Smart Citizen, el sensor ciudadano made in Barcelona. El novedoso dispositivo electrónico, concebido en el Fab Lab del Instituto de Arquitectura Avanzada de Cataluña (IAAC) y financiado por crowdfunding a través de Goteo, permite a cualquier ciudadano medir los niveles de contaminación y de ruido en su entorno y compartir la información en tiempo real en la red. ¡Y a respirar, que son dos días!