En el mes de mayo el CREAF y el Área Metropolitana de Barcelona lanzaron una encuesta en el sector educativo que respondieron más de 100 maestras y maestros para saber por qué las escuelas no hacían más clases en el aire libre. La consulta, que forma parte del proyecto europeo CLEARING HOUSE, pone de manifiesto, por un lado, que el profesorado considera que los patios de las escuelas no son suficientemente verdes o acogedores para hacer clases y, por otra parte, que la zona verde más cercana a la escuela, en muchos casos, es como mínimo a 30 minutos. Si la clase es de una hora, no resulta factible trasladar todo el alumnado y esto pone de manifiesto que el tipo de urbanismo de las ciudades, desgraciadamente, no siempre facilita el contacto de los centros educativos con los espacios verdes, así el tiempo que supone desplazarse hace que se descarte la idea de hacer las clases fuera. En el contexto actual, este impedimento toma más relevancia que nunca. Cada vez son más las evidencias científicas que alertan de que el virus de la COVID19 se transmite por el aire y que los espacios abiertos y la ventilación son claves para evitar la propagación de los virus, así que poder hacer clases fuera es ahora una alternativa clave.
Otro de los motivos que resaltan la mitad de las encuestadas (un 50,2%) es la falta de supervisión. Controlar una clase de 25 alumnos de media en un espacio exterior es más dificultoso que dentro del aula y una sola maestra o maestro lo tiene difícil. Además, casi un tercio también remarcan que no tienen ninguna formación para saber cómo trasladar las actividades que hacen en el día a día hacia el exterior. «Las clases de ciencias naturales no son las únicas que se pueden hacer fuera, también se puede hacer literatura en el exterior, que ayuda a la inspiración y la paz mental para escribir, dibujo con modelos in vivo, que aportan creatividad y capacidad de observación, o las clásicas matemáticas. Son muchas las oportunidades si tienes cerca un espacio natural o un patio verde y hay que transmitirlo al profesorado», explica Corina Basnou, ecóloga del CREAF y miembro de CLEARING HOUSE. De hecho, a través del proyecto ahora mismo se están trabajando diferentes contenidos educativos adaptados al exterior que se proporcionarán a los maestros de toda Europa que han participado en la encuesta.
Hace ya casi un año que está en marcha el reverdecimiento de algunas ciudades europeas y chinas a través de este proyecto europeo CLEARING HOUSE y la misma Corina Basnou destaca que «una de las piezas más importantes para transformar las ciudades es que la educación esté cada vez más cerca de hacerse al aire libre y con unos patios verdes». Desde el CREAF estamos colaborando junto con el Área Metropolitana de Barcelona para cambiar el modelo de ciudad que hay en el Valle bajo del Llobregat y llenarla de árboles y nuevas zonas verdes.
Patios más verdes y más inclusivos
Ante los problemas de desplazamiento que existen, una buena alternativa según Basnou es «hacer más verdes los patios de las escuelas y conseguir entonces gran parte de los beneficios de la educación al aire libre. La clave está en que sean variados, que tengan zonas de prado, de árboles, algunas secciones de barro, etc. Un 74% de las encuestadas que respondieron que en ocasiones iban a dar clases en el patio, recalcaron que no era bastante naturalizado «.
Aún más, trasladar la naturaleza en los patios implica beneficios sociales y comunitarios para la escuela, ya que está demostrado que los patios grises y asfaltados favorecen la segregación por género. Durante el recreo, las actividades deportivas como el fútbol acaban practicándolas más los niños -por la opresión que todavía suponen los roles de género- ocupando el 70% del patio, el espacio a menudo asfaltado como cancha de fútbol, mientras que las niñas ocupan los márgenes, el 30% restante con otras actividades. En cambio, en las zonas naturales se buscan actividades conjuntas e integradoras. Asimismo, que el patio esté rodeado de verde ayuda a que las personas con diversidad funcional accedan fácilmente. Por ejemplo, los alumnos con sillas de ruedas pueden tener de este modo árboles frutales a su altura, para coger ellos mismos, y generar el conocimiento en contacto con la naturaleza sin la problemática de tener que desplazarse a una zona verde más lejana.
Los patios verdes también son una buena opción desde el punto de vista ecológico, ya que mejoran la conectividad de la fauna y flora de las ciudades con los parques y jardines, sobre todo en cuanto a las especies que más se mueven, como las mariposas. «Tener diferentes puntos verdes en toda la urbe, sean parques o patios de escuelas, hace que las especies puedan viajar de un lugar a otro sin preocuparse de perderse por el camino. Así que cuanto más verde tengamos, más biodiversidad se adapta «nos explica la experta.
«Debido a los cambios en el estilo de vida y el tipo de ciudades donde vivimos, cada vez las niñas y los niños son más urbanitas. Tienen poco contacto con la naturaleza y se rodean de espacios grises, tanto en la escuela como durante su tiempo libre. No suelen jugar con el barro, a esconderse detrás de los árboles o en explorar los insectos. Y esto origina, en muchas ocasiones, que tengan un desinterés por los problemas de la naturaleza y el medio ambiente cuando son adultas «según la Dra. Basnou. Tal como dice el dicho, no se puede amar lo que no se conoce ni defender lo que no se ama. Asimismo, existen implicaciones médicas: «está demostrado por la comunidad científica que los niños que no tienen contacto con la naturaleza tienen más probabilidad de desarrollar enfermedades respiratorias y respuestas alérgicas, porque su sistema inmune no se ha expuesto tanto en el mundo de las bacterias como para aprender a combatirlos».