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Editorial | EcoHabitar |
Año | 2021 |
Idioma | Castellano |
Encuadernación | Grapado |
Nº de páginas | 64 |
Tamaño | 21 X 29,6 cm |
Blanco y negro / Color | Color, fotografías, gráficos, ilustraciones, tablas… |
Actualidad
Aspectos esenciales de la Ley Española de Cambio Climático y Transición Energética
Tribuna. Otra transición ecológica no solo es posible, sino que es imprescindible. Por Antonio Turiel
El próximo Foro Urbano Mundial se centrará en el futuro de las ciudades
Éxito de las Jornadas REGEN: cultura regenerativa en la vivienda y las ciudades
Bienal de Arquitectura de Venecia 2021 escaparate de propuestas en madera
Socyr, una empresa pionera en el aislamiento ecológico
Arç Cooperativa. Los seguros, una herramienta para la sostenibilidad
Proyecto BIO
Sembrando Madrid de Zero Waste. Por Alejandra Calabrese
Rehabilitación energética para una vivienda unifamiliar. Por Mirco Zecchetto
Casa-Nido familiar, acogedora y cálida. Por Petra Jebens-Zirkel Imm
Formación
Más allá del edificio de la escuela, escenarios naturales para aprehender. Por Mamen Artero
Técnica constructiva
Vivienda en la sierra Vivienda en la sierra de Córdoba. Por Juan Copado Bocero
Ecodiseño
Una oficina como medioambiente; oficina como comunidad. Por Rita Trombin
Cultura regenerativa
Cerrando el ciclo de los residuos orgánicos urbanos. Por Alejandro Benito, Franco Llobera, y Daniel Montejo
Secciones fijas
EcoHabitar responde. Por Sonia Hdez-Montaño Bou
Desde la trinchera. Por Mateu Ortoneda
Ecohabitantes. Por Borja Izaola
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Dosier
Bioconstrucción y reto climático
La climatización natural , ecológica y económica. Por Ismael Caballero
El diseño bioclimático. Recursos para un buen confort. Redacción EcoHabitar
Editorial
En las próximas décadas vamos a asistir a importantes cambios en nuestra cómoda forma de vida. Cambios motivados por un modelo de vida que acoge la idea del crecimiento como señal de progreso. Una forma de vida que se representa perfectamente en el modelo de ciudad: asfalto y hormigón armado (HA). Dennis L. Meadows, coautor de Los Límites del Crecimiento (1972), en una entrevista concedida recientemente, con motivo de la revisión que se lleva a cabo cada 20 años sobre esa investigación, advertía de los grandes cambios que ya estamos viviendo: “Entre hoy y 2030 veremos más cambios de los que ha habido en un siglo en la política, en el medio ambiente, en la economía, en la técnica. Los problemas de la zona euro no representan más que una pequeña parte de lo que vamos a ver. Y estos cambios no se llevarán a cabo de una manera pacífica”.
2020 pasará a la historia porque hemos descubierto que la masa de productos artificiales, fabricados por la humanidad, ha superado, en peso, la totalidad de la biomasa del planeta y uno de los más significativos es el HA.
Esta era de vacas gordas, en que la creencia de que los recursos no tenían límite ha tocado a su fin y ahora llega la era de la transición ecológica, una era verde a la que todos se apuntan con más o menos entusiasmo. Pero la pregunta es ¿quién va a subvencionar esta transición? Pregunta que todos sabemos responder. Para Antonio Aretxabala, prestigioso investigador, será la ciudadanía la que subvencionará a fondo perdido las inversiones de las grandes empresas, ello a través de sofisticados programas de rescate social y verdes: “Grandes financieras invertirán mucho dinero también en la transición ecológica, pero con enormes y jugosos retornos garantizados por los gobiernos a costa de la propia ciudadanía. El empobrecimiento de las clases urbanas, que se ha puesto en marcha, es aplaudido desde buena parte de lo que se denomina progresismo, aunque no todo parece estar perdido, pues se trata de una nueva pobreza, es social y es de color verde”. Para Aretxabala la definición del capitalismo verde, camino que ya hemos empezado a transitar, es esta: “Una organización económica que necesita de la destrucción de la vida, de ecosistemas y de comunidades para que unos pocos desalmados puedan hacer negocio con su supuesta reparación, contando con la complicidad de un amplio sector progresista que ya no disimula su enamoramiento por la economía más reaccionaria de corte neoliberal”.
Lo peor de todo es que esta gran cantidad de “objetos artificiales” no se reparan ni se regeneran solos, como ocurre con los objetos de la naturaleza. Las infraestructuras, sobre todo de HA y de asfalto, se deterioran porque tienen una vida útil de unos 60 años (para el HA), ahora todavía más corta por la subida de temperatura, el propio CO2, la humedad, los iones…
El legado que el desarrollo sostenible nos deja es un futuro incierto e inquietante, y la idea del crecimiento económico indefinido parece que ya no convence a mucha gente.
Toni Marín. Editor de EcoHabitar