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Reducir, reutilizar, reciclar

En mi trayectoria profesional, el diseño biosaludable viene de lejos.

Se trata de una rehabilitación sin COVs. Siempre digo que somos lo que comemos, pero también lo que tocamos, olemos, vemos y oímos. Por ello creo que la arquitectura y el diseño cuidado y cuidadoso puede y debe mejorar nuestro entorno a través de los cinco sentidos, potenciar nuestro bienestar y respetar el medioambiente.

Pasamos la mayor parte de nuestro tiempo dentro de un edificio/arquitectura. ¿Cómo puede no afectar a nuestra salud? Entendiendo salud en el sentido más amplio… cuerpo y mente.

Está ya muy demostrado cómo la contaminación ambiental afecta a la salud, pero aun así muchos de los materiales que encontramos habitualmente en nuestras casas y oficinas emiten productos químicos, a menudo tóxicos: pinturas, barnices, revestimientos, etc., a los que se suman los productos de limpieza, ambientadores, velas, etc., y la combinación de todos ellos, en espacios mal ventilados, día a día, y noche a noche (durmiendo es cuando nuestro sistema inmune se debería dedicar a reparar más que a defender).

Los conceptos ecológico y biosaludable en arquitectura son complementarios, aunque no siempre van de la mano.

Cuando después de trabajar en tantos proyectos para clientes, intentando trasladarles estas preocupaciones con mayor o menor éxito, llegó el momento de diseñar mi propia casa, decidí tomarlo como un experimento. Ver hasta dónde era capaz de llevar la construcción biosaludable.

Rehabilitación sin COVs

Rehabilitación sin COVs

Ya había tenido el reto de diseñar y construir El Huerto de Lucas. Un mercado y restaurante ecológico, promovido por Pilar Muñoz Calero, médica ambiental, pionera en identificar y tratar enfermedades como la Sensibilidad Química Mútiple (SQM), que ella misma padeció. Para su proyecto, Pilar quería comprobar que todos los materiales utilizados estuvieran libres de COV´s y de fragancias. En aquel momento fue muy difícil conseguir información homogénea de los materiales y a veces recurríamos a su propia sensibilidad para la última comprobación, Pilar olía el material y esperaba a ver si le daba dolor de cabeza, sueño, o malestar.

En esta rehabilitación sin COVs, mi casa, aproveché este trabajo de investigación y usé algunos de los materiales que habían “pasado el corte”. De alguna manera me resultaba fácil compararlo con la comida: materiales/alimentos lo más naturales (menos procesados) posible. Pero si fue relativamente fácil encontrar pinturas, barnices, lechadas, azulejos, baldosas, etc., me quedé un poco bloqueada al llegar a los muebles y en particular a la cocina y muebles de almacenaje/armarios.

Rehabilitación sin COVs

El aglomerado y el DM están formados por partículas o virutas de madera a las que se le añaden colas y resinas. Hasta ahora había poca conciencia sobre el contenido en formaldehido, entre otros componentes, y de adhesivos en los tableros utilizados en su fabricación. Con el tiempo, el material se evapora, emitiendo un vapor invisible, inodoro y altamente tóxico. Su presencia se ha reducido en los últimos años y la normativa se ha endurecido en ese sentido, pero aún es parte integral de las fibras de densidad media y en resinas de melamina utilizadas en los muebles, y en los de armarios y cocinas.

Por otro lado, en su gran mayoría los muebles de cocina son muy parecidos. Por mucho que las marcas intentan diferenciarse con diseños, colores y tendencias rara vez parecen otra cosa que lo que son y su personalización está limitada.

Crear

En mi casa, la nueva distribución que diseñé creaba un espacio central diáfano para estar, trabajar, estudiar, comer y cocinar. Todo en uno. Lugar de encuentro al que abren dos dormitorios con sus baños, cada uno en un extremo. Hija por un lado, madre por otro.

En este espacio híbrido, la cocina tenía que integrarse como un mueble más. Pero tenía que ser mucho más: almacenaje, armario de entrada y de abrigos, estantería, etc. De ahí surgió el primer prototipo de lo que ahora es Kitchen for life. 

Me gusta hacerme preguntas y cuestionar el statu quo. Revisar lo que nos ha traído hasta aquí, e intentar aplicar el sentido común: ¿Por qué en la mudanza nos llevamos el sofá y la cama y no la cocina, que cuesta diez veces más? Si todas son modulares, con medidas estándar de electrodomésticos, ¿por qué no podemos adaptarlas a cada espacio de nuestras vidas sin empezar de cero? ¿Para qué se necesitan muebles voluminosos, difíciles de reutilizar, que se estropean fácilmente y donde se acumula la suciedad? ¿Y por qué la cocina no cuida de nuestra salud como los alimentos que en ella preparamos?

Muchas preguntas ¿para desviar mi atención de lo más difícil?: ser mi propia clienta. Elegir, conociendo todas las posibilidades que hay. Elegir, sabiendo que cualquier error se convertiría en mi día a día.

La reforma

El edificio, de principios del siglo XX, era un viejo conocido. Mi padrastro, Luis, tenía su estudio de arquitectura en un bajo de techos altos y grandes ventanales, en el mismo patio donde compró un pequeño local, el antiguo pajar, que ahora es mi estudio.

En ese mismo patio, empedrado, con un aire a corrala por las sábanas tendidas, fui alquilando pisos. Un quinto (antes de que pusieran ascensor… uff), un segundo escalera B, otro segundo escalera C, y por fin el tercer segundo donde me quedé. Conocía bien el edificio, su estructura de muros de carga de entramado de madera; sus forjados de vigas de madera que en el “segundo segundo” ya me había dado un buen susto: se derrumbó un tramo del forjado superior, y cuando abrí la puerta de mi baño me encontré un contenedor de escombros y un dúplex improvisado con el vecino de arriba.

En mi reforma ya contaba con encontrarme alguna sorpresa en las zonas húmedas, y así fue. Pies derechos de madera podridos, tramos de tuberías de plomo. Aproveché para reforzar y sanear. También para aislar los muros de fachada con tableros de fibras de madera en el trasdosado interior. La climatización se resolvió con suelo radiante, liberando las paredes de radiadores. 

La redistribución, la cocina protagonista

La redistribución completa del piso me obligaba a llevar las instalaciones, y sobre todo los desagües, adosados al muro de carga interior medianero entre mi vivienda y la contigua, para llegar hasta el patio interior y las bajantes. Este muro empezó a tomar mucho protagonismo, por su longitud y funcionalidad, y se convirtió en el muro equipado donde los nuevos muebles de la cocina se fueron desarrollando a lo largo de sus casi 10 metros: armarios con altillos, módulos abiertos con baldas, módulos de cajones, armario lavadero, cocina con electrodomésticos. Por detrás, las instalaciones, accesibles y sin hacer rozas.

El sistema resultó: una estructura metálica, de tubos y piezas de acero, unidos con casquillos atornillados, a la cual se fijan los herrajes estándar de cocina para puertas, cajones y accesorios. Solo hay material donde es realmente necesario.

Reducir, reutilizar, reciclar

Qué hay más ecológico que hacer menos: reducir. Y después reutilizar y reciclar. Y lo proyecté especialmente en el diseño de la cocina, el primer experimento era una estructura de acero en su color con barniz al agua con encimeras de mármol Macael. El resultado es bastante industrial y resistente.

Reducir: la estructura se cierra en los frentes/puertas y laterales. Por dentro, trasera, laterales interiores, fondo, todo queda abierto. Los zócalos también abiertos para que llegue la “Roomba” o la escoba. Todo lo que cae al suelo no se queda en un rincón inaccesible.

Reutilizar: en cualquier momento. El sistema es desmontable, se traslada fácilmente y se puede reconfigurar para adaptarse a un nuevo espacio. Igual que el resto de nuestros muebles, que nos acompañan a lo largo de varias casas y vidas. El propio mueble puede ser estantería, armario…

Reciclar: todos los materiales pueden ser utilizados de nuevo (acero, madera…). 

Al pensar en un mueble para que dure toda la vida me parecía que estaba olvidando la naturaleza humana, que es de cambio permanente. Cambian nuestras circunstancias vitales, nuestros gustos, nuestros espacios…, no solemos reutilizar algo si nos deja de gustar o de servir.

Rehabilitación sin COVs

El sistema tenía que ser personalizable en cualquiera de sus fases. Y su diseño permitir añadir o modificar elementos sobre la estructura base, escoger y cambiar los acabados, materiales y configuración. El resultado es que se puede adaptar a cualquier espacio, puede ser parte de otro mueble. Reemplazar los frentes y tiradores, y cobra un aire nuevo; o dejar de ser cocina para transformarse en otra instalación, por ejemplo, en una librería.

Los materiales

En el suelo elegí una baldosa artesanal blanca (Green Label), de Huguet, diseño de Herzog y De Meuron, con relieve, que le da mucha luminosidad a la casa, y funciona muy bien térmicamente con el suelo radiante. 

El blanco se mantiene como denominador común en el resto de elementos constructivos. Puertas de paso de madera de pino con pintura de silicato Keim y vidrio traslúcido que permite el paso de luz natural a las zonas más oscuras de la casa como el hall.

Ventanas de madera de pino con lasur al agua y contraventanas interiores evitando las persianas y capialzados (fuente de filtraciones de aire y ruido).

Paredes y techos con pintura mineral también de Keim.

La iluminación. La decoración vital

La iluminación led se ha integrado en techos; y, sobre todo, lámparas decorativas que, en su mayoría, han sido heredadas o rescatadas en obras.

También los muebles son recuperados de mercadillos, webs de segunda mano, o de carambolas de la vida como la que me trajo la mesa y sillas de Saarinen y la lounge chair de Eames de una casa que desmontaban.

Los libros y cuadros completan las paredes, cada uno con su historia.

Así, en 65 m2 pude probar soluciones, acertar y equivocarme, y aprender. Y de estos experimentos emprender la nueva aventura de mi cocina “Kitchen for life”, mi aportación desde el diseño a un mundo más sensato y responsable.  

Ficha técnica

Promotora, Arquitecta y Dirección de obra: Paula Rosales
Gremios: estructura metálica para refuerzos, albañilería, electricidad, pintura, carpintería, etc.

Ficha de materiales

  • Aislamiento en trasdosados y tabiques: tableros de fibra de madera de Gutex
  • Pinturas en paredes y carpintería de madera: Keim
  • Adhesivos orgánicos minerales: Kerakoll
  • Juntas de colocación minerales: Kerakoll
  • Instalaciones de fontanería: cobre
  • Solado: baldosas hidraúlicas artesanales Huguet
  • Protección hidrorepelente ecológica: de la marca Fila
  • Suelo radiante: Schulter
  • Downlights led: Ilumisa
  • Encimera: mármol macael

Paula Rosales, arquitecta y diseñadora, cuenta con una amplia experiencia en Madrid y Nueva York. Para Paula el diseño es una herramienta que responde con creatividad a las necesidades y recursos de sus clientes, con el fin de mejorar la vida y la salud de las personas en los espacios que habitan. 

more&co es el estudio de arquitectura y diseño liderado por Paula Rosales, incluido dos años consecutivos en la prestigiosa lista AD100 Europa. Un equipo multidisciplinar donde el diseño biosaludable y sostenible es una prioridad. El estudio ha realizado proyectos comerciales y residenciales ampliamente publicados en los medios, y reconocidos con galardones como el “ORO” en el premio internacional “A´DesignAward”, el premio “NAN” 2017 en la categoría de interiorismo y el “Mejor Proyecto de Arquitectura de Europa” en la categoría “Restaurantes” en el Prix Versailles 2021 de la Unesco.

https://www.more-co.com/


Artículo aparecido en el nº 74 de la revista EcoHabitar (otoño 2022), puedes comprarla en papel aquí.


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