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EL PORTAL DE REFERENCIA EN BIOCONSTRUCCIÓN

Tres virtudes. Confianza (2)

Creo que la confianza es irracional.

No sé por qué me fío o no, ni por qué a veces dudo sin motivo aparente, y otras, con razón más que suficiente, incluso tercamente y con todas las alarmas, sigo fiel. Puedo pasar de temeroso a temerario. He perdido confidentes ancestrales, y he puesto mi vida en manos de transeúntes. Afirmo llevar a la práctica valores y fe, pero el espejo de las relaciones me devuelve pantagrueles. Ni fanático ni sinvergüenza, intento ser congruente. Pero la vida me disuelve y no hay timón ni veleta ni astrolabio que me oriente. Madrugo y me sitúo hacia el este. El sol parece estar en orden, pero mi sombra es silueta de otros nombres. No sé, no soy. Sin embargo, estoy convencido de que universalmente merece la pena hacerse consciente de las propias creencias. Eso me incluye. Vuelvo a respirar. Quizás basta. Aunque la objetividad no exista, consensúo subjetividades. Las perspectivas individuales y los mapas particulares comparten referencias comunes. Desde ellas recorro al menos un trazo de los caminos ajenos. Triangulo otros lugares. En ellos me encuentro. Incluso si fuera una isla, estaría unido a otras por debajo y por arriba. Confío de nuevo, como un animal. El suelo a oscuras no deja de ser suelo. No necesito saber a ciencia cierta, ni muchísimo menos. Sólo pisar, ponerme en pie y echar a andar.

El método científico me genera dudas. Se me atragantan los axiomas. No hay evidencias intangibles, por definición. La estadística es probabilística. La balística da en el clavo gracias a la tolerancia, no a la precisión. La teoría del punto gordo es a la geometría lo que la paciencia al descubridor. Aunque el ceño fruncido borre cualquier otra expresión facial. La mitología, la metafísica y la gastronomía me han aportado más sentido y verdad que las ecuaciones, enciclopedias y consultorías. Meditar sobre el papel en blanco me ha ayudado más a diseñar, que analizar, ensayar y comprobar. Sin embargo, estoy convencido de que universalmente merece la pena escuchar, observar, imitar, acompañar y aceptar. Eso me da certezas. Vuelvo a sonreír. Quizás basta. Aunque no podamos aprender ni comprender casi nada, ni de lo humano ni de lo terreno, podemos integrar. Podemos levantar la mirada, salir y sacar de las casillas. No competir por el horizonte, pero correr hacia él sin tropezarnos. Es algo que, al acercarse, no se acorta, se extiende. Con más velocidad, no presagia impacto, sino vuelo. La adrenalina allana todas las pistas. Como un ave, no necesito calcular factores aeronáuticos, sólo saltar, extender las alas y volar.

¿Cómo serían la arquitectura, el urbanismo y el territorio con confianza? Serían fiables, seguros, amables, pacientes y tolerantes. Además de apropiados, serían adaptables. Invitarían a explorar tanto como a contemplar. Resultarían sólidos y duraderos. Estarían integrados con la vida y el lugar. Generarían cultura, historia, valor e identidad. Darían juego, cancha, pista, solidez. También impulso, inercia, aliento, altura. Servirían para ser individual y colectivamente, especie y especimen, aspirantes a humanidad, personas con aspiraciones a sentirse satisfechas, a no desear más, a saberse completas, a encontrarse, sonreírse y nada más. Aprenderíamos a estar sin destrozar. La bioclimática, la sostenibilidad, la adaptación al medio serían tan evidentes, integradas y tangibles que el daño ambiental y social sería improbable. ¿Habría errores? ¿Sustos? Sí, corregidos con calma y confianza. El proceso aportaría las certezas. Contribuir podría ser también dejarse llevar. No saber no sería menos valioso. No creer llevaría a la acción, no a la apatía. Nada más no sería un final. Decir “basta”, sería una muestra de amor. Amar la profesión sería normal. Profesar amor, práctica habitual. 

Creo en ello. Nos hará más amables. No es necesario creer contra una misma. Creencia y violencia serían opuestas. Tampoco será necesario demostrar creer. La intuición será tan válida como la deducción. Ambas habrá que sacarlas a caminar, a conversar, a comprender el lugar y el horizonte. ¿Qué te parece buscar un punto en común con quien más distinto consideras? Anclaos allí. Conectad con la confianza propia y ajena. Construid suelo. Imaginad vuelo. No decidáis nada, sólo continuar, seguir siendo. Quizá empiece el amor.

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