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Vivir las preguntas: ¿Por qué cambiar ahora de narrativa?

Nos vemos como algo separado de la naturaleza y quizás esta sea una de las causas de las múltiples crisis que padecemos.

…ten paciencia con todo lo que hay sin resolver en tu corazón e intenta amar las preguntas por sí mismas, como si fuesen habitaciones cerradas o libros escritos en un idioma extranjero. No busques respuestas que no se puedan dar ahora, porque no serías capaz de vivirlas. La cuestión es vivirlo todo. Vive las preguntas ahora. Quizá entonces, algún día en el futuro, gradualmente, sin siquiera darte cuenta, vivirás tu camino a la respuesta.

Rainer Maria Rilke (1903)

Nuestra cultura está obsesionada con las soluciones fáciles y las respuestas inmediatas. El tiempo es valioso y no queremos malgastarlo preocupándonos de las preguntas. El credo es: ¡seamos prácticos y no perdamos tiempo con la teoría o la filosofía! Pero ¿cómo se puede perder el tiempo con el “amor a la sabiduría”? ¿No es la sabiduría la que nos ayudará a marcar el camino hacia un futuro incierto e impredecible? ¿No necesitamos la sabiduría desesperadamente para responder inteligentemente a las múltiples crisis que convergen a nuestro alrededor? Con sabiduría podemos ver esas crisis sanadoras como motores de una transformación cultural más profunda, que ya está ocurriendo en muchos lugares del mundo y que está extendiéndose rápidamente, retándonos a abandonar nuestros modelos mentales obsoletos y el discurso sobre quienes somos que ya no nos sirve.

Las preguntas, más que las respuestas, son la senda hacia la sabiduría colectiva

Al vivir y amar las preguntas con más profundidad podemos redescubrir la belleza y la abundancia que nos rodean, encontrar el significado profundo de pertenencia al universo, la profunda alegría de cultivar relaciones con todas formas de vida, y la profunda satisfacción de cocrear una vida más próspera y saludable para todos. Las preguntas, más que las respuestas, son la senda hacia la sabiduría colectiva. Las preguntas pueden desatar conversaciones culturalmente creativas que transformen la visión que tenemos de nosotros mismos y de nuestras relaciones con el mundo. Con esto en mente, todo cambia instantáneamente.

En una cultura que demanda respuestas definitivas, las preguntas solo parecen tener una importancia transitoria, su fin es llevarnos a las respuestas. Pero, frente al cambio constante y rápido y a la incertidumbre, ¿no serán las preguntas en lugar de las respuestas las que ofrezcan una brújula más apropiada? La historia nos muestra muchos ejemplos de cómo las soluciones pasadas se convierten en los problemas actuales, por esta razón, quizá, las respuestas sean los medios transitorios que nos ayuden a plantear mejores preguntas. ¿No deberíamos intentar plantear las preguntas correctas en lugar de obsesionarnos con las respuestas rápidas? Igualmente, al favorecer la práctica sobre la teoría, ¿no estamos demostrando la manera en la que hemos quedado ciegos ante el hecho de que cualquier acción práctica está basada en nuestras ideas y creencias sobre el mundo, seamos conscientes o no de ellas? La separación entre la teoría y la práctica es falsa; no son opuestos, sino los dos lados de la misma moneda. No podemos actuar de manera inteligente sin encontrarle sentido al mundo y encontrar sentido al mundo es, en sí mismo, una acción profundamente práctica que conforma cómo experimentamos la realidad, cómo actuamos y las relaciones que formamos. Sin cuestionar nuestra cosmovisión y el discurso que ha dado forma a nuestra cultura, ¿no es posible que repitamos los mismos errores una y otra vez?

Prácticamente cada estructura e institución que nos rodea necesita innovación, rediseño y transformación. Necesitamos cambios transformadores a nivel local, regional, nacional y global en la educación, la gobernanza, la industria, el transporte, las infraestructuras, los sistemas energéticos, el control y provisión del agua, los sistemas agrícolas y alimentarios, los sistemas de salud y también los sistemas sociales. Para permitir que la innovación transformadora despliegue su potencial creativo necesitamos rediseñar el sistema económico y financiero en todos los niveles desde el local al global. Pero la transformación más fundamental que debe tener lugar antes de empezar a “rediseñar la presencia humana en la tierra” es cuestionar profundamente nuestra manera de pensar, nuestra cosmovisión y nuestro sistema de valores. Los cambios fundamentales en nuestros modelos mentales, creencias básicas y suposiciones sobre la naturaleza de la realidad afectarán al cómo, qué y por qué diseñamos, las necesidades que percibimos, las preguntas que planteamos y, por tanto, a las soluciones o respuestas que propongamos.

Creo que se avecina una transformación cultural profunda. La humanidad se está despertando ante la complejidad de los retos que le esperan. Una clase nueva de individuo y de liderazgo colectivo está emergiendo en las empresas, en la sociedad civil y en la gobernanza. Tras siglos de ver escasez y competencia por todos lados, nos estamos despertando a la abundancia que se revela a través de la colaboración y del reparto. A lo largo de este libro exploraremos las maneras en las que muchos, por todo el mundo, ya están trabajando en soluciones tecnológicas, sociales, económicas y ecológicas que sirvan a toda la humanidad y regeneren ecosistemas dañados.

En un planeta superpoblado y haciendo frente a la amenaza de un cambio climático descontrolado y a la escasez de muchos recursos no renovables de los que actualmente dependemos, somos cada vez más conscientes de nuestra interdependencia. Para que nuestra especie no solo sobreviva, sino que prospere, dependemos el uno del otro y del sistema de soporte vital planetario. Mientras que muchos de nuestros sistemas económicos y políticos actuales fueron diseñados con la mentalidad de que unos ganan mientras que otros pierden (suma cero), estamos empezando a entender que todos perderemos a medio y largo plazo si no mantenemos y regeneramos el funcionamiento sano de los ecosistemas, reducimos la cruel desigualdad que existe en todo el mundo y cultivamos la cohesión social y la solidaridad internacional con culturas de colaboración.

Para cambiar de una cultura de suma cero (unos ganan otros pierden) a una cultura sin suma cero (todos ganan, doble beneficio) se requiere una extensa colaboración para asegurarnos de que la naturaleza también gana (triple beneficio) y que gana en primer lugar, porque es proveedora de la abundancia de la que dependemos. Solo si colaboramos para crear un planeta más sano, diverso, vibrante y bioproductivo seremos capaces de crear culturas regenerativas en las que nada quede atrás y todos ganemos.

Las culturas de triple beneficio aseguran que la vida puede continuar evolucionando para conseguir que aumente la diversidad, la complejidad, la bioproductividad y la resiliencia. Podemos entender el triple beneficio de las culturas regenerativas como los beneficios individuales, colectivos y planetarios creados a través de soluciones sistémicas que cultivan la salud y el bienestar social, ecológico y económico.

La humanidad está empezando a explorar un suelo fértil creando soluciones de triple beneficio que impulsen la regeneración cultural, ecológica y económica. Las soluciones innovadoras, de triple beneficio, integradoras, en diseños de sistemas comprendidos como un todo, tratan sobre la creación de una abundancia compartida aprovechando las ventajas de la colaboración. Tales innovaciones optimizan el sistema en su conjunto, en lugar de maximizar ganancias económicas a corto plazo de unos pocos frente al detrimento económico, social y ecológico de muchos.

El cambio climático es solo una de las crisis convergentes que requieren una respuesta global coordinada que no es otra cosa que la transformación civilizatoria. La humanidad se está enfrentando a retos sin precedentes y a oportunidades incomparables. “Lo mismo de siempre” ya no es una opción. El cambio y la transformación son inevitables.

La humanidad se está enfrentando a cuestiones importantes: ¿Seremos capaces de guiarnos de una manera creativa por este periodo de transformación cultural? ¿Nos las arreglaremos para cocrear una civilización humana regenerativa que sustente la vida expresada en una diversidad vibrante de culturas globalmente colaborativas adaptadas localmente? Desconoceremos las respuestas a estas preguntas durante décadas, sin embargo, definirán el futuro de la humanidad y el futuro de la vida en la Tierra. Sí, necesitamos respuestas y necesitamos seguir experimentando con posibles soluciones. Ambas son maneras excelentes para ayudarnos a aprender de nuestros errores y a plantear mejores preguntas. Sin embargo, muchas de las preguntas y las soluciones con las que estamos trabajando están basadas en suposiciones erróneas sobre nuestras prioridades reales y sobre nuestras verdaderas necesidades. Haríamos bien en seguir el consejo de Einstein y pasar más tiempo asegurándonos de que estamos planteando las preguntas adecuadas antes de tener prisa en ofrecer soluciones que solo prolongarán lo mismo de siempre, o en parchear los síntomas de un sistema basado en suposiciones erróneas y que continuará fallando hasta que iniciemos cambios más profundos al plantear preguntas más profundas.

Vivir las preguntas con más profundidad es el sistema de guía cultural que nos ayudará a desplegar el poder de la innovación de transformación social y tecnológica en la transición hacia culturas regenerativas. Las preguntas son invitaciones a conversaciones en los consejos de administración, en los grupos comunitarios y en las instituciones gubernamentales. Las preguntas son maneras de construir puentes entre los diferentes sectores y disciplinas que compartimentan nuestro conocimiento. Las preguntas, y las conversaciones que provocan, pueden dar rienda suelta a la inteligencia colectiva y ayudarnos a valorar perspectivas múltiples. Vivir las preguntas, la escucha profunda y aprender de los distintos saberes, son formas de transformar conciencias para así crear cambios culturales y de comportamiento. Vivir las preguntas con más profundidad puede llevarnos a una cultura regenerativa de igualdad, sostenibilidad y justicia. Este libro es una invitación a la conversación y una llamada a vivir las preguntas con más profundidad. Plantea muchas cuestiones; allí donde se ofrecen respuestas y soluciones, por favor entendedlas como invitaciones a cuestionar su importancia en la transición hacia culturas regenerativas.

Una primera reacción a la invitación de “vivir las preguntas” puede ser: no hay tiempo para eso ante la urgencia de la crisis climática y de muchas otras situaciones que requieren cambios ahora. Pero, precisamente debido a esta urgencia necesitamos examinar las preguntas que estamos planteando con más profundidad. Solo con hacer lo incorrecto más correcto ya no es suficiente. Necesitamos cuestionar suposiciones básicas, cosmovisiones y sistemas de valores, poniendo atención en lo que sirve a la humanidad y a la vida y lo que no.

Si la desintegración y la necesidad de cambio que vemos a nuestro alrededor es el resultado directo de una manera inapropiada de vernos a nosotros mismos, de la historia que contamos sobre quiénes somos y sobre el sentido que damos a nuestra existencia, entonces la transformación cultural tiene que empezar con transformar la manera que vemos y pensamos. Tenemos que cambiar nuestra narrativa cultural, y podemos hacerlo mediante conversaciones culturalmente creativas que surjan al plantear preguntas más profundas. Al vivir las preguntas empezaremos a ver, pensar y vivir de manera diferente; y al vivir de manera diferente podremos generar un mundo diferente. Juntos somos capaces de crear una presencia humana regenerativa en la Tierra.

Una especie joven que madura

Está surgiendo una nueva narrativa cultural que une a la humanidad en nuestra interdependencia con una comunidad de la vida más amplia. Esta narrativa nueva y antigua de interser con la vida, y como vida, está llevando a individuos y a comunidades de todo el mundo a crear culturas diversas, prósperas y adaptadas localmente en una colaboración global. Los patrones de una cultura regenerativa están empezando a surgir como una “expresión de la vida en proceso de transformarse a sí misma”. Václav Havel vio la necesidad de dicha transformación social cuando escribió en The Power of the Powerless (El poder de los indefensos):

Un cambio genuino, profundo y duradero a mejor […] ya no puede ser el resultado de la victoria […] de ninguna concepción política en particular, que, en última instancia, solo puede ser externo, es decir, una concepción estructural o sistémica. Más que nunca, este cambio tendrá que derivar de la existencia humana, de la reconstrucción fundamental de la posición de las personas en el mundo, en sus relaciones mutuas y en el universo. Si se va a crear un modelo político y económico mejor, entonces, quizá […] deberá derivar de cambios existenciales y morales profundos de la sociedad. Esto no es algo que se puede diseñar y presentar como un coche nuevo. Si va a ser algo más que una nueva variación de la vieja degeneración, debe ser, sobre todo, una expresión de la vida en proceso de transformarse a sí misma. Un sistema mejor no asegurará automáticamente una vida mejor. De hecho lo contrario es lo acertado: solo creando una vida mejor se puede desarrollar un sistema mejor.

Václav Havel (1985: 30)

La humanidad se está haciendo adulta y necesita una “narrativa nueva” que sea lo suficientemente poderosa y significativa como para galvanizar la colaboración global y guiar una respuesta colectiva a las crisis convergentes a las que nos enfrentamos. Las respuestas transformadoras, a nivel personal y colectivo, tienen lugar cuando cuestionamos profundamente formas arraigadas de ser y de ver y en el proceso empezamos a reinventarnos. Haciendo eso también cambiamos nuestra participación en la formación de la cultura mediante nuestra interacción con el mundo que nos rodea.

Desde una perspectiva a largo plazo, somos una especie relativamente joven en este planeta que está en un proceso de maduración colectiva, esto requiere que redefinamos la manera que tenemos de entender nuestra relación con el resto de la vida en la Tierra, encarando las diferentes opciones de cada colapso o transformación profunda. La historia que contamos sobre la humanidad, quiénes somos, para qué estamos aquí y hacia dónde vamos, ya no nos sirve como brújula moral.

Igual que un adolescente que llega a la mayoría de edad debe aprender a no seguir exigiendo a la familia y a la sociedad, y contribuir de una manera más significativa, la humanidad ya no puede continuar extrayendo de los almacenes naturales de la Tierra. Debemos aprender a vivir dentro de los límites de la capacidad bioproductiva de la Tierra y a utilizar la energía solar actual en lugar de luz solar antigua (almacenada en la corteza terrestre en forma de petróleo, gas y carbón) para abastecernos de energía. Al pasar de nuestra fase juvenil, a veces imprudente y egocéntrica como especie joven, a ser un miembro maduro de la comunidad viva de la Tierra, estamos llamados a convertirnos en miembros productivos de esta comunidad y a ser responsables de su salud y bienestar.

Ser un miembro maduro de la comunidad implica cambiar a una forma de interés propio bien entendido que llegue a cuestionar la noción del ser separado y aislado hasta su mismo corazón. En el sistema planetario interconectado e interdependiente del que participamos, la mejor manera de cuidar de uno mismo y de nuestros seres más cercanos es empezar a preocuparse más por el beneficio de lo colectivo (toda forma de vida). Metafóricamente hablando, todos estamos en el mismo barco: nuestro sistema de soporte vital planetario, o en palabras de Buckminster Fuller “la nave Tierra”. La mentalidad del “ellos contra nosotros”, que durante demasiado tiempo ha definido la política entre naciones, empresas y personas, es profundamente anacrónica.

Toda la humanidad está enfrentada a un caos climático inminente y a la degradación de las funciones de los ecosistemas que son vitales para la supervivencia de nuestra especie y de muchas otras. No encontraremos soluciones a estos problemas si continuamos basando nuestro pensamiento en las mismas suposiciones erróneas sobre la naturaleza del ser y del mundo que lo creó en primera instancia. Necesitamos una nueva forma de pensar, una consciencia nueva, una historia cultural nueva; solo seremos capaces de entender las preguntas al ver, con más claridad, las necesidades subyacentes que tenemos que cubrir. Si actuamos sin cuestionar profundamente es posible que tratemos los síntomas en lugar de las causas. Esto prolongará y empeorará la crisis en lugar de resolverla.

Incluso diferencias sutiles en el uso de las palabras afectan a la manera en la que cocreamos cultura. Por ejemplo, referirnos a los procesos naturales de purificación de agua, captura de luz solar y dióxido de carbono en forma de biomasa, la construcción de suelos fértiles, la detención de la erosión o la regulación del clima como “servicios ecosistémicos” (p. ej. Costanza et al, 2013), es una estrategia útil para asegurarnos de que esos servicios están incluidos en nuestra contabilidad económica y son reconocidos como la fuente principal de creación de valor mientras proporcionen servicios a la humanidad. Por otra parte, de manera implícita, las palabras “servicios ecosistémicos” confieren un sentido de utilidad a la naturaleza como si estos procesos solo tuvieran valor mientras dan servicio a la humanidad. Sin embargo, al usar el término “funciones ecosistémicas” se reconoce que son funciones vitales que permiten la continuidad de la evolución de la vida en su totalidad. Las cosmovisiones se crean y se transforman al prestar atención a la manera en la que damos forma a las experiencias y reforzamos perspectivas a través de las palabras y de las metáforas que utilizamos.

La humanidad se está enfrentando a la crisis terminal de una cosmovisión caduca. Esta crisis se pone de manifiesto de muchas y diferentes maneras, por ejemplo, en el sistema económico y monetario que no sirve en un planeta superpoblado con sus recursos no renovables menguados. Estamos siendo testigos de un desmoronamiento social en comunidades de todo el mundo como resultado de la creciente desigualdad y del culto al individualismo competitivo. Nos enfrentamos a una crisis de gobernanza a medida que las economías más grandes del mundo ya no están definidas por una identidad nacional o cultural y se han convertido en multinacionales que buscan maximizar el beneficio a corto plazo externalizando los daños colaterales. Continuamos bajo la amenaza de una crisis de extremismo religioso y de guerra, porque tendemos a prestar más atención a nuestras diferencias que a nuestra humanidad y destino común en un planeta en crisis.

Tendremos que redefinir cómo nos vemos a nosotros mismos y a nuestras relaciones con otros y con el resto de la comunidad de seres vivos de la Tierra. Solo cambiando nuestra narrativa cultural podremos transformar nuestra visión del futuro, y sanar nuestra relación con la vida como un todo. Como una fiebre que alcanza su punto más alto y remite justo antes de que el paciente comience a recuperarse, las múltiples crisis no tienen que considerarse como algo totalmente negativo. Podemos replantearlas como una “crisis buena” (Pigem, 2009) si hacemos caso de las claras señales que anuncian que el cambio y la transformación son ahora inevitables y que están en camino, y si llegamos a ver las numerosas crisis que convergen como retos creativos para madurar y evolucionar hacia una conciencia planetaria.

Cambiar la idea de nuestra separación

Creo firmemente que las múltiples crisis a las que nos enfrentamos son síntomas de nuestro hábito patológico de vernos y sentirnos como algo separado de la naturaleza, del uno del otro y del resto de la comunidad de la vida. Las crisis son también indicadoras de que el proceso de sanación ya está en curso. En Blessed Unrest (Bendita inquietud), Paul Hawken (2007) describe cómo, por todo el mundo, decenas de miles y posiblemente cientos de miles de organizaciones de la sociedad civil, grupos comunitarios, redes de activistas, emprendedores e innovadores sociales están trabajando por un futuro más justo, igualitario y sostenible en el que la humanidad pueda prosperar y en el que la cultura sea una fuerza regenerativa en lugar de destructiva. De una manera muy acertada, se denomina este creciente movimiento global emergente como la respuesta inmunitaria de nuestro planeta.

[…] estamos en un umbral de la existencia humana, un cambio fundamental en la comprensión de nuestra relación mutua y con la naturaleza. Desde un mundo creado para el privilegio nos estamos dirigiendo a un mundo creado para la comunidad. El impulso actual de la historia es demasiado maleable para ser etiquetado, pero están surgiendo ideas a nivel mundial en respuesta a las crisis encadenadas y al sufrimiento humano. Estas ideas incluyen la necesidad de un cambio social radical, de reinventar la economía basada en el mercado, del empoderamiento de las mujeres, del activismo a todos los niveles y de la necesidad de un control económico local. Se están produciendo insistentes llamadas a la autonomía, se apela a una nueva ética de recursos basada en la tradición de los comunales, se está exigiendo el restablecimiento de culturas primarias frente a la hegemonía corporativa, y existe una demanda creciente de transparencia total en la toma de decisiones políticas y corporativas.

Paul Hawken (2007: 194)

Todas estas tendencias son la prueba de que el mundo está plagado de múltiples crisis que convergen y que están empeorando rápidamente y de que algo nuevo y milagroso quiere nacer. Como dijo Arundhati Roy con tanta elocuencia: “Otro mundo no es solo posible, sino que ya está de camino. En los días silenciosos puedo escucharle respirar”. Si nos tomamos nuestro tiempo para encontrar las preguntas adecuadas, para vivir las preguntas con más profundidad tanto individual como colectivamente, no solo podremos escuchar respirar al nuevo mundo, sino que nos daremos cuenta de que con cada aliento somos partícipes de las redes que están concibiendo este nuevo mundo.

Recientemente, Charles Eisenstein ofreció un lúcido análisis de los muchos aspectos de la “nueva narrativa” que estamos empezando a contar sobre nosotros en su libro The More Beautiful World Our Hearts Know is Possible (El mundo más bello que nuestros corazones saben que es posible) (2013). Contrasta la “narrativa de la separación” (pág. 1) que nos aboca a sentirnos aislados, alienados e insuficientes, por ello a competir entre nosotros y a dominar la vida para nuestra ventaja, con la “narrativa del interser” (pág. 15) que reconoce nuestra naturaleza relacional y nuestra interdependencia.

A medida que los límites de la perspectiva de la separación se hacen cada vez más evidentes, y a medida que nos encontramos rodeados de ejemplos de la decadencia, desesperanza y sufrimiento que está causando la dominación cultural, estamos empezando a buscar alternativas viables, formas diferentes de estar-en-el-mundo. Estamos entrando en la “narrativa del interser”. Esta narrativa nos invita a hacernos preguntas profundas: ¿Quién soy? ¿Qué me hace sentir completamente vivo? ¿Cuáles son las necesidades profundas que subyacen a mis necesidades percibidas? ¿Cuál es mi papel? ¿Cómo puedo contribuir a crear un mundo más alegre y cocreativo que tenga sentido?

En medio de todos los llamamientos apocalípticos a cambiar nuestra manera de pensar, recordemos que estamos tratando de crear un mundo más bello, y no de mantener el actual cada vez con más sacrificio. No solo buscamos sobrevivir. No solo estamos frente a la fatalidad; estamos frente a una posibilidad gloriosa. No estamos ofreciendo a la gente un mundo de carencias, un mundo de sacrificio, un mundo en el que tendrás menos alegría y más sufrimiento, no, estamos ofreciendo un mundo de belleza, de más alegría, de más conexión, de más amor, de más satisfacción, de más exuberancia, de más ocio, de más música, de más bailes y de más celebración. Las ideas más inspiradoras que hayas tenido sobre cómo puede ser la vida, eso es lo que estamos ofreciendo.

Charles Eisenstein (2013: 159)

Primera parte del capítulo 1 del libro Diseñando CUlturas Regenerativas de Daniel Christian Wahl. Editado por Ecohabitar. Puedes conseguirlo aquí:

https://ecohabitar.org/producto/disenando-culturas-regenerativas/

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